"La región tiene muchos desafíos ambientales"
ANTOFAGASTINIDAD. Roberto Villablanca, biólogo marino y profesor de ecología de la UCN.
Nacido y criado en Coquimbo, Roberto Villablanca ha dedicado veinte años de su vida a la conservación de la biodiversidad.
Su profesión de ecólogo marino lo la llevado a ver de cerca los ecosistemas de su zona de origen, así como los de la región, donde se encuentra actualmente, siendo parte del cuerpo académico de la Universidad Católica del Norte.
"Cada rincón de nuestra región esconde especies y formas de vida únicas en el planeta, un tesoro que debemos conocer y cuidar", explica el profesional.
¿Dónde y cómo viviste tu infancia?
-Mi infancia y adolescencia la viví en Coquimbo. Allí me crié, en un entorno familiar muy acogedor y unido. Recorría los cerros con mis amigos y nos encantaba ir a la playa y "nadar hasta las boyas". Mi infancia siempre fue en contacto con la naturaleza.
¿Qué te llevó a dedicar tu vida al cuidado del medio ambiente?
-Mi madre fue profesora de Biología, así que ya te imaginarás, gran parte de los libros eran sobre plantas, animales, ecología, entre otros. Además, recuerdo que en algunas ocasiones, cuando estaba en el colegio nos llevaron de paseo al campus Guayacán de la UCN, en Coquimbo a conocer los acuarios. Gracias a todo eso, y a los documentales de Jacques-Yves Costeau, nació mi pasión por el mar, por la naturaleza y por supuesto, aprendí a valorarla y contribuir a su cuidado.
¿Qué es lo que más te apasiona de tu trabajo?
-Hay muchas cosas que me motivan en el trabajo. Interactuar con gente (incluso los que piensan muy distinto a mí), conocer nuevos lugares, aprender de quienes más saben, etc. Pero lo que más me apasiona es poder compartir mis conocimientos, enseñar todo lo que he aprendido y aportar con mi experiencia.
Estoy muy agradecido de las oportunidades que la vida me ha dado, y en particular, el poder dar clases en la UCN y ayudar a preparar a las nuevas generaciones de profesionales en medio ambiente.
¿Cuál es el espacio de la ciudad que más te gusta?
-Difícil pregunta. Hay muchos lugares que disfruto con mi familia, a los cuales me encanta llevar a mis hijas. Los cerros al norte de Antofagasta, el sector de Llacolén, el Parque Brasil, etc. Pero nuestro lugar favorito, últimamente, es la Aguada de La Chimba, una de las pocas áreas verdes naturales de la ciudad, y nuestro primer Santuario de la Naturaleza.
¿Cómo describirías el ecosistema de la Segunda Región?
-Diverso, de contrastes y de tesoros ocultos. Las 12,6 millones de hectáreas de la región presentan una amplia diversidad de ecosistemas, marinos, costeros, cerros costeros, pampas y oasis, ríos y salares, montañas, etc. Un mar muy productivo y un desierto árido e inhóspito. Por último, cada rincón de nuestra región esconde especies y formas de vida únicas en el planeta, un tesoro que debemos conocer y cuidar.
¿Qué desafíos son los más urgentes para la región en el área?
-La región tiene muchos desafíos en materia ambiental, alcanzar la equidad ambiental para el bienestar de quienes habitan en zonas impactadas, entre otros aspectos. Sin embargo, creo que el desafío mayor, así derechamente, es bajar la presión a la que está sometida nuestra biodiversidad (especies, hábitats, ecosistemas) producto del actual modelo de uso y aprovechamiento de los recursos hídricos.
El Loa y sus tributarios, los salares y bahías, por nombrar algunos, son ambientes altamente deteriorados y que producto de la intensa actividad antrópica, los podemos perder para siempre.
¿Cómo se convence a la gente de que se deben proteger los espacios naturales?
-Tan sólo el 4,3% de la superficie de la región está contenida en un área protegida. Tenemos una brecha importante que cubrir en esa materia. ¿Hay que convencer a la gente para que ello ocurra? Sinceramente creo que no... ciudadanas y ciudadanos, en general, están de acuerdo con proteger, cuidar y aprovechar racionalmente nuestro espacios naturales. Son los que toman las decisiones en este país, los que deben convencerse que el cuidado del medio ambiente es la mejor opción. De no ser así, estaremos hipotecando inapelablemente nuestro futuro.