Trabajadores relatan el problema de ser considerados "no esenciales"
SOCIEDAD. Jóvenes empaques, estilistas, instructores de gimnasios y pequeños emprendedores se han llevado una de las partes más duras de la pandemia: no poder laborar.
Las diversas medidas de prevención del coronavirus han puesto en cuestionamiento qué es esencial y qué no. Lastimosamente la respuesta a ésta pregunta no solo representa empleos, sino que el sustento económico y el bienestar de todo un hogar.
A lo largo de Chile son muchos. Algunos no tienen una entidad que los represente. Son los garzones, estilistas, empaques, o emprendedores de pequeñas pymes. tienen muchos oficios y ganas de trabajar, pero no son considerados "esenciales" en el estado de catástrofe que estamos viviendo.
Los más afectados llevan más de un año sin poder trabajar, otros se han adaptado de acuerdo a las restricciones y libertades correspondientes al plan paso a paso.
Ese es el caso de Lara Molina, una estudiante de Derecho, quien además era empaque en un supermercado de Antofagasta. Si bien su trabajo no es formal, era su fuente de ingresos.
"En mi caso igual al principio fue un poco complicado porque trabajando de empaque juntaba plata para mis gastos y además para aportar en mi casa y ayudar a pagar algunas cuentas, quizás no era mucho, pero en verdad alivianaba", explicó Molina.
"Nos dijeron que no podíamos volver tuvimos q reorganizarnos como familia para poder seguir afrontando los gastos de los q yo me hacía cargo y así se ha mantenido todo el año q llevo sin poder volver al súper (…) el hecho de tratar de buscar pega en otro lado es complicado porque con los horarios del súper podía amoldarme con el horario de las clases en la U, y eso no lo consigo fácilmente en otro lugar", comentó Molina.
Emprendedores
Asimismo, hay quienes después de dedicarse a toda una vida a levantar su negocio propio, se han visto en la obligación de cerrarlos. Yanett Barboza, es una de ellos, era la dueña de Sundara Studio, un salón de belleza ubicado cerca el Parque Brasil.
"En marzo cuando partió la pandemia tuvimos que cerrar, porque no éramos esenciales, no pudimos trabajar como seis o siete meses en el local y luego decidí cerrar porque no me rebajaron el arriendo, no estaba generando ningún ingreso extra y no me alcanzaba con la venta de algunos productos", mencionó Barboza.
La dueña del salón, también, dependiendo de la fase, realiza trabajos a domicilios, pero lo ha dejado por un tema de precaución. Cuestionó además la falta de apoyo por parte del gobierno, porqué a pesar de tener su negocio activo y con una disminución superior al 80% de sus ingresos, no califica para ningún tipo de ayuda estatal, ni como persona jurídica ni natural.
Barboza considera que "creo que en nuestro rubro también deberíamos ser esenciales aportamos anímicamente al bienestar de las personas y pagamos nuestros impuestos y aportamos a la ciudad", concluyó.
Sin ayudas
Otro rubro duramente afectado han sido los gimnasios, los que desde marzo del 2020, no han podido funcionar más de dos semanas en la región. Medida que ha sido públicamente cuestionada ya que pareciera contradictorio tener abierto un centro comercial y prohibido un lugar dedicado a la salud física.
Este es el caso de Joaquín Peña, fundador de Fit4Life, centro deportivo que estaba ubicado en las dependencias del estadio regional y que ha tenido que ir reinventándose para poder "aguantar", como lo dice él, a esta pandemia.
"Esto ha sido súper complejo para nuestro rubro, porque desde marzo del 2020 solo se ha podido abrir por dos semanas como tal, pero nosotros como F4L readaptamos nuestros conceptos y volvimos a hacer clases al aire libre en octubre, cuando pasamos por primera vez a la fase 2 y eso nos permitió poder seguir manteniendo a nuestro personal sin ningún problema. Sin embargo, antes de eso, fue súper complejo no saber cómo realizarlo, no saber si tus trabajadores iban a poder seguir contigo y más encima que nosotros somos como una familia", dijo Peña.
Asimismo, Peña explicó que "el principal ingreso que nos permitió mantenernos a flote fue el arriendo de nuestro equipo, planificaciones personalizadas online y varias otras modalidades. Hasta la fecha no se ha despedido a nadie. Contento porque todos mantienen su trabajo y todos están bien de salud que es lo más importante".
Sin embargo, no todos los gimnasios han logrado mantenerse a flote o si lo han hecho, ha sido a partir de deudas o agotando sus ahorros. Este último caso es el de Héctor Farías, dueño del gimnasio Dominique, una empresa familiar que lleva 21 años funcionando y que se convirtió en todo un proyecto de vida.
"Ha sido difícil porque me he tenido que comer todos mis ahorros, nosotros no tenemos ayuda de nadie, nada. Por ejemplo, yo postule a bono clase media y no califico para nada, porque consideran los ingresos del 2019, siendo que en 2020 no tuvimos. Me tuve que acoger a la protección del empleo y con mis cuatro empleados contratados les tengo que pagar todos los meses las imposiciones igual, no entiendo esa parte, porque nos exigen estar pagando pero nosotros no tenemos ningún ingreso. Ha sido muy fuerte, porque si saco cuentas, desde el año pasado he pagado más de 5 millones en imposiciones y aparte tuve que también pagar las contribuciones, las patentes, en ese sentido el Estado ha sido irresponsable con nosotros. Y nadie ve el problema que tenemos todos los gimnasios", comentó Farías.
El gimnasio Dominique ha estado cerrado desde el 17 de marzo y no ha tenido ingresos en todo ese tiempo. Por lo mismo, Farías cuestiona que se permita el funcionamiento de centros comerciales y no de recintos dedicados a la actividad física, donde podría mantenerse sin problemas el distanciamiento adecuado, asegura.
"Me he tenido que comer todos mis ahorros, nosotros no tenemos ayuda de nadie, nada"
Héctor Farías, gimnasio Dominique