El "Río Frío"
Cuando escribí que la Región de Antofagasta tenía cinco ríos, muchos se extrañaron y recibí varios correos haciendo consultas y alcances, algunos muy subidos de tono. Los remitentes eran y son mis amigos y los perdoné. Con esta nota, pretendo dejar claras las cosas.
El llamado "Río Frío" es un curso de agua que -curiosamente- no corre de cordillera a mar, como lo hacen muchísimos ríos del territorio. Se halla en la ladera oriental de la Cordillera de Domeyko, en el piedemonte de la Sierra de Varas. Su tímido flujo, de aguas muy cristalinas, termina al sur del Salar de Punta Negra, del que ocasionalmente es tributario. Corre por el fondo de un angosto cañón que serpentea de sur a norte… Y esto es lo extraño.
Desde su nacimiento hasta el lugar en que el arenal absorbe sus aguas, no distan más de quince kilómetros, llenos de belleza, en un entorno que aún se conserva prístino. En verano, el flujo es mínimo, escaso, pero sostenido. Lo sorprendente sucede en los inviernos crudos, cuando el "Río Frío" se transforma en un tímido glaciar cuyas nieves tardan en fundirse, dado que las paredes del cañón proyectan sombras que mantienen las bajas temperaturas. Vicuñas, guanacos y ñandúes se avistan bebiendo y/o pastando, desde lo alto. En varios sectores de dicho curso de agua, el Camino del Inca lo cruza o lo recorre en un largo tramo. Hay diversos sectores con testimonios de nuestros antepasados aimaras, collas o bien de los mismos incas. Las demolidas estructuras de dos tambos, restos de algunos corrales y muchas apachetas se aprecian a lo largo de la llanura que se extiende hacia el naciente.
Hacia el este, se avista el salar de Pajonales y casi encaramándose en el piedemonte andino, la aguada de Chépica, donde aún quedan vestigios de los últimos pobladores: las melgas de cultivo de verduras, troncos secos y los cimientos de la vivienda de la familia Arias, que abandonó el lugar en los años 60. Hacia el sur y a unos 35 kilómetros, los restos de las minas de "Cachinal de la Sierra", yacimiento argentífero que tuvo una notable producción, hasta comienzos del siglo pasado.
Jaime N. Alvarado García. Profesor Normalista - Periodista