Sabemos muy poco
¿Cuál es el mundo que viene? ¿Cuándo terminará la pandemia? ¿Cómo trabajaremos? Son cosas que desconocemos, que no podemos controlar. Entre el saber muy poco y encerrarse en las propias convicciones hay apenas un paso. Por eso vivimos tiempos de certezas individuales muy amplificadas por las redes sociales y la hora oscura de las ideologías.
Tal vez sería tiempo de asumir que desconocemos muchas cosas, de nosotros mismos, de los otros, de la sociedad y, por supuesto, de lo que vendrá en el futuro. En tiempos de tanta incertidumbre, por la pandemia, por lo político y lo económico, nuestro ser y cuerpo tiende a buscar refugio en las certezas anticipando lo que puede venir, aunque la mayoría de las veces las respuestas son erradas o su hipotética contundencia no nos ayuda mucho.
Además, hay mucho de ilusión en demasiadas respuestas. Un ejemplo: ¿Cuándo derrotaremos al covid-19? ¿Servirá la vacuna? ¿Terminarán los confinamientos? ¿Seguiremos con teletrabajo? No lo sabemos, quien intente proyectar, se equivocará irremediablemente. El mundo es más grande que nuestro afán de control.
Sabemos, por ejemplo, que ocurrirán terremotos, hay investigaciones avanzadas que proyectan dónde podría suceder y hasta estiman las posibilidades de daño, pero desconocemos precisamente cuándo y en qué magnitud sucederán. Nuestro afán de control perece a ese nivel de detalle.
Sabíamos que en Chile había un malestar, que el endeudamiento privado iba en aumento, que irritaban mucho los casos de corrupción, que enfrentábamos una progresiva destrucción de la imagen simbólica de las instituciones, que la confianza en todo se fue al piso, junto a un avance del individualismo, un retroceso de las ideologías, pero nada de esto -hechos que se vieron como factores aislados- permitió saber lo que ocurriría a partir del 18 de octubre de 2019 (y que sigue suspendido).
Y tampoco sabemos el mundo que emergerá de todo esto. Menos luces tenemos respecto de cuánto cambiará la educación, la economía, las relaciones sociales, el trabajo, el turismo, el ocio, la tecnología, sabemos que todo mutará pero no hacía dónde ni cómo, apenas que el cambio será cada vez más veloz y profundo mientras más tiempo permanezca en nuestras relaciones cotidianas.
¿Sabemos menos que antes? No, sabemos más, pero se asemeja a una paradoja por el momento de atomización y heterogeneidad que hacen más difícil la búsqueda de consensos y posibles soluciones. No sabemos, pero podemos tener más luces si investigamos y colaboramos, si somos capaces de sumarnos.