¡Hasta siempre Bernardo!
El alba del domingo me clavó el corazón con una pena que costará sacudirla. Bernardo Tapia, mi amigo de la infancia, sucumbió en su lucha contra la parca y la noticia conmovió mis fortalezas varoniles. Quedan atrás 68 años de amistad. Desde aquel primer día de clases -en la Escuela 12, el año 1952- cuando nuestros padres nos sentaron juntos en el primer banco, al lado del escritorio de la señorita Edilia Jorquera. ¡Y permanecimos los seis años de la educación primaria en el mismo banco!
Solo nos separamos cuando Bernardo eligió la Escuela de Minas y yo, la Escuela Normal. Y aunque la ausencia duró tres décadas, volvimos a encontrarnos en diversos escenarios que nos fueron comunes. Él, ingeniero, el suscrito, profesor "primariento", como se nos decía peyorativamente.
Pero, la cultura y el arte nos hicieron la gracia. Y la figura de don Andrés operó el milagro. Junto a María, su compañera de toda una vida, compartimos exposiciones, libros, tertulias, ceremonias y encuentros. Entonces nos embarcamos en la nao -llena de sueños- del mismísimo Sabella, donde el "negro" Gaytán fue riguroso y exigente contramaestre. Nos unió la figura del duende, la palabra, la historia y la lectura. Bernardo tomó el timón y zarpamos en una nortina singladura, cuyo rumbo nos llevaba y nos lleva aún, hacia el puerto seguro donde nos espera don Andrés.
El vate nos aguarda allá. A todos. La tripulación poco a poco, se irá transbordando hacia la nao de la eternidad. Bernardo se las endilgó cuando febrero se despide. Allá, el "negro" Gaytán, estará con su copa en ristre, para el brindis de recepción. Andrés lo verá con su ojo bueno, le dará una palmada de bienvenida y le permitirá unas pitadas con un "fuñingue".
Aquí en tierra, nos consuela el hecho de haber compartido con un compañero leal, noble amigo y un sabelliano a todo dar. Su partida nos compromete a seguir la tarea, firme la caña, seguro el rumbo. Queda con nosotros su impronta rigurosa para investigar… Su claridad y lo certero de su palabra… Y el dolor de saber que ha partido un hombre cabal, mi amigo de tantos años.
¡Hasta siempre Bernardo, "vagabundo de muelles"…!