Brechas en la educación
Los resultados de la PDT muestran que las diferencias entre colegios públicos y privados persisten y hacen falta cambios más profundos que un tipo de prueba. Alumnos que provienen de familias vulnerables, que habitan en entornos de riesgo y asisten a escuelas con un alto nivel de pérdida de clases, tendrán siempre menos chances, sin importar la prueba.
Los resultados de la última Prueba de Transición (PDT) mostraron nuevamente que la educación municipal no está logrando preparar a los jóvenes para superar el escollo de las pruebas estandarizadas de admisión a la educación superior.
Sea PAA, PSU o PDT, el problema parece el mismo.
La semana pasada, se conocieron los resultados de PDT en la comuna de Antofagasta, los cuales sirven como ejemplo para el análisis, pues no difieren mucho en el resto de la región, o el país.
Según los datos de la Cmds, de una muestra de 1.084 alumnos que autorizaron conocer sus resultados este año, sólo el 20,8%, es decir, uno de cada cinco postulantes, obtuvo puntajes sobre los 500 puntos, con un promedio de 435 puntos para el sistema.
El año 2019, los alumnos sobre ese puntaje fueron el 20,4%, o sea, casi la misma proporción.
En el detalle, en Antofagasta hubo un estudiante del sistema público con puntaje sobre 700 puntos y 19 sobre 600.
En Calama debe recalcarse que un estudiante que logró puntaje nacional en Matemáticas, del liceo Luis Cruz Martínez.
Parece evidente que las brechas de acceso de los estudiantes de la educación pública a la superior subyacen al tipo de prueba, y tienen que ver más bien con las diferencias de base que persisten, y que incluso pudieron verse acentuadas por la pandemia.
Alumnos que provienen de familias vulnerables, que habitan en entornos de riesgo o poco estimulantes y asisten a escuelas con mala infraestructura, destecnoligizadas, con un alto nivel de pérdida de clases y con docentes mal preparados, tendrá siempre menos chances que uno que proviene del mundo particular o particular subvencionado.
Es verdad que los programas propedéuticos, el PACE y otros mecanismos han avanzado en la igualar hasta cierto punto la cancha, pero son insuficientes.
Mientras el acceso a educación superior dependa de un prueba estandarizada, habrá que pensar en políticas que pongan foco verdaderamente en la calidad de la enseñanza pública, de lo contrario, las brechas seguirán existiendo y los cambios de prueba sólo serán calmantes para este dolor nacional.