Codogno, el pueblo italiano que hace un año fue la zona cero de la pandemia y quiso detenerla
COVID-19. La pequeña localidad fue la primera de Europa en reportar un caso no importado, tras lo cual se decretó una inmediata cuarentena. Pero ya era demasiado tarde.
Efe
Hubo un tiempo en el que un pueblo del norte italiano quiso salvar al mundo de la pandemia del nuevo coronavirus. Codogno se convertía hace un año en la "zona cero" de Europa y empezaba un confinamiento insólito tratando de enjaular al virus, una intención que no tardaría en desvanecerse.
"Pensábamos que podíamos contenerlo; por una semana lo creímos, pero luego nos percatamos de que era imposible porque ya estaba en otras partes", confiesa Stefano Paglia, jefe de Urgencias de Codogno y de la capital provincial, Lodi.
Codogno amaneció el 21 de febrero de 2020 con uno de sus vecinos, Mattia Maestri (38), contagiado con el nuevo coronavirus, el primer caso no importado hallado hasta la fecha en Italia y Europa, aunque luego se supo que los no diagnosticados venían de antes.
La noche de aquel jueves de carnaval, una llamada desde Roma confirmó al alcalde, Francesco Passerini, la mala noticia. Su orden: cerrar todos los espacios públicos a la mañana siguiente.
Solo un día después, el gobierno italiano confinaba a unas 50.000 personas en diez pueblos lombardos, entre ellos Codogno, y otro en la región de Véneto, una medida insólita solo replicada antes en China.
Entre tanto, al hospital de Lodi no dejaban de llegar infectados, unos 60 cada tarde, y los muertos empezaban a asustar. "En pocas horas vimos claro que era epidémico", sostiene Paglia.
El médico recuerda que la idea dominante entonces, cuando poco o nada se sabía del enemigo, era que solo lo padecían ellos: "Creímos que estaba solo aquí e hicimos un esfuerzo extremo para contenerlo".
Fue un "objetivo superior" y "algo infantil" que se fue empañando por el avance del patógeno a ciudades como Bérgamo, símbolo de la tragedia, hasta alcanzar todo el país.
Sin saberlo, estaban avisando a un mundo aún estupefacto exactamente veinte días antes de que la Organización Mundial de la Salud (OMS) declarara la pandemia, el 11 de marzo.
Extraña calma
En Codogno, la vida transcurre sin grandes sobresaltos. Enclavada en la inmensa llanura del río Po, su discreto casco histórico, con templos de ladrillo y logias medievales, apenas se intuye al llegar.
Todo está rodeado por un polígono industrial que da trabajo a muchos de sus 16.000 habitantes. El resto se reparte entre su sector ganadero y la cercana y cosmopolita capital regional, Milán.
Pero su rutina se revolvió de la noche a la mañana aquel febrero, el origen de su resistencia heroica.
Un año después las cosas han mejorado, la gente sigue enfermando aunque en menor número y el nivel de alerta es leve, pero en sus calles sigue percibiéndose una rara quietud.
Ante la iglesia del patrón San Biagio, unos jóvenes rompen el silencio charlando en una terraza, estremecidos por el frío, porque hay placeres que parecen no estar dispuestos a sacrificar ahora que son "algo más" libres. Las calles están casi vacías, pero dentro del local no cabe un alma.
Cristina y Carla pasean por una avenida vacía. Una es profesora y la otra, médica, y ambas juran que no olvidarán aquel día. "Parecíamos el centro del mundo", ironizan.
Esa lucha tuvo un aliado inestimable: Luciano Parmigiani, 67 años, más de 40 sirviendo a Cruz Roja y delegado para la emergencia de Codogno. Con 140 voluntarios, se desvivió trasladando a los enfermos y presume, con orgullo, que ninguno enfermó y ya están todos vacunados. En 120 días recorrió 149.122 kilómetros, cuando lo normal son 30.000 anuales.
Un año después Codogno mantiene el virus a raya gracias a la vacuna, las medidas de seguridad y las pruebas diarias en un enorme pabellón custodiado por militares, ante cuyas puertas los vehículos hacen fila desde por la mañana.
El mayor temor ahora son los nubarrones de crisis económica sobre la zona y, especialmente, el estigma. La gente de Codogno, sostiene el sicólogo Giovanni Barbaglio, ya carga con la ansiedad y el luto, pero teme quedar manchada por una maldición que conocieron de antemano
16.000 habitantes tiene la localidad de Codogno. Ubicada 60 kilómetros al sureste de Milán, tiene actividad industrial y ganadera.
1,3 millones de italianos habían recibido hasta este fin de semana las dos dosis de la vacuna. Es el octavo país con más contagios.