"Acá hay un imán de cobre que te enamora"
IDENTIDAD. El profesor Juan Picón Morgado repasa su trayectoria de 40 años en la educación comunal.
Apenas Juan Segundo Picón Morgado (65) se tituló de profesor de castellano en la Universidad Católica del Norte postuló a un trabajo en la seremi de educación regional, la que le ofreció un puesto en Calama.
"Tenía 24 años, me vine con un bolsito con ropa pensando que me iba a quedar un tiempo corto. Empecé a hacer clases de día en la Escuela Grecia a niños y en la noche a adultos. Tengo recuerdos bonitos porque tuve alumnos del sector menos pudiente de Calama, donde los niños llegaban con las manos partidas por el frío cuando se iban caminando a clases en invierno. Acá me enamoré, me casé e hice mi carrera en esta ciudad que amo y que me convirtió en un loíno más", dice el profesor antofagastino que lleva 41 años en la comuna, donde junto a Erika Carvajal formó su familia con dos hijas y que hoy suma cinco nietos.
¿Siempre hizo clases?
Era lo que me gustaba, yo soy profesor de vocación, nunca quise hacer otra cosa. Cuando dejé de hacer clases en la Escuela Grecia me fui al Liceo Técnico que en ese tiempo todavía existía. Después en el B-11 y luego entre en el grupo de profesores seleccionados para empezar con el lindo proyecto del Liceo Luis Cruz Martínez, donde ejercí hasta 1991 y viví uno de los procesos que mejor recuerdo en la educación. Tengo ex alumnos que hoy son muy exitosos y con los cuales somos muy buenos amigos ahora. Tras eso llego al Liceo B-8 donde asumo por concurso en la Unidad Técnico Pedagógica y me tocó estar en la jefatura por 20 años. Hoy soy su inspector general en ese establecimiento que quiero mucho por el tipo de alumnos que llegan ahí, con hartos problemas sociales. De esos que te motivan, que te obligan a ser mejor profesor. De los que aprendes mucho.
¿Qué recuerda de ese Calama de hace 40 años?
Era una ciudad más chica, era un lugar mucho más tranquilo, aunque podía haber delincuencia era lo menos. Nosotros, con un grupo de profesores salíamos los fines de semana y andar a las 3 ó 4 de la mañana era como andar de día. No había riesgo y eso hoy es imposible. Los fines de semana nos íbamos a almorzar y compartir al río, cosa que parece en estos tiempos se está empezando a retomar. Pero en esos años nos conocíamos todos.
Habló de dos procesos en su carrera con alumnos de riesgo social. ¿Existe mucho la brecha en Calama entre los que tienen recursos y los que no?
Lamentablemente pasa en todos lados y tiene que ver con la mentalidad selectiva de ciertas autoridades y gobiernos de turno, que en vez de mezclar a todos los alumnos van creando los colegios bicentenarios, que es nefasto. Lo único que lograron fue ampliar la brecha y no darle la oportunidad a todos de estar en un establecimiento que tiene fama y buenos resultados. Dicen que tienen resultados pero eso hay que demostrarlo con todos los alumnos y no con los seleccionados. Si yo cambiara a todo el profesorado del Liceo Diego Portales y al B-8 y se logran resultados, me saco el sombrero. Pero estoy seguro que no van a poder porque esos alumnos necesitan más cariño, más amor, más compromiso porque son alumnos que no están dentro de esa selección de privilegio.
¿Y en la educación superior para tener nuestros propios profesionales?
Hay una tarea pendiente que muchos visionarios han propuesto, que es traer universidades, institutos o CFT que se concentran en ciudades grandes pero han fracasado en el intento, es una tarea que tenemos que seguir dando. Hay mucho del famoso centralismo en eso. Provocaría profesionales locales con arraigo e identidad, además de que vendrían estudiantes de otras regiones a formarse. Sin duda permitiría que esta región se desarrolle más.
¿Cómo es el profesor de Calama?
Yo en este último año he podido ver que se la jugó para adaptarse a un sistema que era desconocido como el de las clases telemáticas, muchas veces pagando todo desde su bolsillo. Eso es compromiso, el profesor locales es jugado. Y luchador. Yo eso lo viví siendo parte del Colegio de Profesores del Loa, donde trabajé con Agueda Rivera, un ejemplo de superación y lucha por los derechos de sus colegas. Esa fue una gestión que agradecieron los colegas.
¿Tiene buen estatus el profesor calameño?
A veces pienso que los que se quejan del sueldo es porque gastan más de lo que producen, como pasa en muchas profesiones. No es que te paguen grandes cantidades pero alcanza para vivir. Hay que querer la profesión. Yo soy un agradecido de esta carrera porque me permitió formar una familia, ser becado por el ministerio para viajar a Israel y como soy cristiano, viví experiencias y visité lugares inolvidables. Y en 2020 recibí el premio al mérito ciudadano en educación del municipio. Con eso le agradezco a Dios y me doy por pagado.
Hizo su vida acá... ¿Le gusta el Calama de hoy?
Me gusta y vivo con la esperanza que siga surgiendo. Nos han tocado dos últimos años duros, complicados, con el problema social primero y la pandemia ahora. Quizás la ciudad no ha progresado mucho pero sin duda que hay proyectos para ejecutarlos en el futuro próximo y que pueden convertir en esta ciudad en turística y no de paso. Que la gente recorra y conozca nuestro Calama.
¿Como cuáles?
Explotar lo que hay y recuperar lo que se perdió. Sueño con que de otras zonas vengan a turistear e impactarse con esa mezcla de desierto y verde como le pasa a gente que visita la zona y llevo a Chiu Chiu o a Yalquincha. Que se reactiven esos predios agrícolas. Siento que con nuevas autoridades se puede trabajar en desarrollo de centros culturales, con desarrollo habitacional, más edificios, un centro remodelado y no chico o chato como el de hoy. Que llame la atención...
¿Es posible ese sueño de región más sustentable y atractiva?
Yo siento que es totalmente posible y que sólo requiere de buenas intenciones y trabajo. Si finalmente, somos muchos los que llegamos acá sin pensar que te ibas a querer quedar toda la vida en esta zona que te atrapa. Tiene una belleza única y aprendes a querer todo lo que te rodea. Yo siempre digo que en Calama hay un imán de cobre que te enamora y que si eso nos pasó a tantos, perfectamente le puede pasar a la gente que nos venga a visitar. Sólo es cosa de potenciar lo bueno que tenemos...