Agresiones a personal de salud
Resulta muy inquietante e inaceptable que los profesionales médicos sean amenazados o golpeados por los usuarios, algo que vemos con recurrencia. El asunto resulta mucho más difícil de entender en estos momentos cuando este personal ha pasado casi un año bajo una intensa presión por la pandemia de coronavirus. Sea este un llamado a respetar la vida.
Recién hace algunos días se conoció que los funcionarios de Urgencia del área adulto del Hospital El Pino de San Bernardo, Región Metropolitana, amenazaron con paralizar sus funciones, manteniendo turnos éticos, debido a las últimas agresiones que han recibido. Pacientes y amigos y familiares son los principales actores de estos incomprensibles hechos.
Uno de estos hechos ocurrió a inicios de año, cuando familiares de una persona internada ingresaron a hacer destrozos a la zona de Urgencia, debido a que el paciente, a la espera de un resultado de un test PCR, murió. Los familiares fueron a buscar el cuerpo para velarlo, pero al no ser posible por el protocolo sanitario de covid-19, golpearon ambulancias, destruyeron mobiliario y amenazaron a trabajadores de la salud.
Por razones obvias, muchos de estos profesionales temen por sus vidas o integridad, toda vez que han ocurrido ataques de extrema gravedad.
Hasta fines del año pasado se habían registrado casi mil agresiones a funcionarios de salud en distintos centros de salud del país, algo que denunciaron la Subsecretaría de Redes Asistenciales, el Colegio Médico, la Confusam y la Asociación Chilena de Municipalidades.
A nivel mundial -a falta de datos precisos en Chile- se da cuenta que los profesionales de la medicina se encuentran entre los segmentos más expuestos a todo tipo de agresiones. Un estudio de 2017 realizado entre operarios del Servicio de Salud Talcahuano dio cuenta que el 70,3% de los trabajadores reportó haber sufrido violencia por parte de los usuarios, tratándose en el 85,3% de violencia verbal. Los más afectados fueron médicos, odontólogos y enfermeros.
Cierto es que muchas personas están descontroladas por los dramas y tensiones que conlleva tener una enfermedad o tener algún pariente cercano con algún mal; no obstante, casos como el anterior, u otros, no pueden justificar la violencia.
El asunto resulta mucho más difícil de entender en estos momentos cuando este personal ha pasado casi un año bajo una intensa presión por la pandemia de coronavirus. Sea este un llamado a respetar la vida humana y a quienes la protegen.