"Hay personas que necesitan una oportunidad"
IDENTIDAD. Elizabeth Ramos Astorga, gendarme.
Elizabeth Patricia Ramos Astorga, casada, con hijos tiene la difícil tarea de ser gendarme.
Nacida en Concepción, proviene de una familia humilde, muy esforzada y de trabajo, donde fue la segunda de tres hermanos.
En la región lleva una década, por lo que ya se reconoce como una nortina más.
¿Cuál es la principal enseñanza que te dejaron tus padres?
- Siempre mis padres se esforzaron mucho por darnos educación, en aquellos tiempos el acceso a la universidad era complejo por las pocas opciones de financiamiento y becas que existían, sin embargo, mis padres nos enseñaban y recalcaban lo importante que era estudiar para poder desarrollarnos como profesionales independientes. Mi madre nos inculcó siempre la perseverancia y el trabajo honesto, siempre me destacó que a través del esfuerzo podría cumplir mis metas, que yo podía ser lo que me propusiera (siempre me lo repetía), teniendo siempre presente la honestidad en mi actuar.
¿Qué recuerdas de tus años de estudiante?
- En mis años de estudiante en la ciudad de Concepción fui muy amistosa y sociable, mis habilidades eran siempre de características sociales, honesta, frontal y de convicciones firmes, en esa época era difícil ser una jovencita así, dada la idiosincrasia de esos tiempos en una región que se caracterizaba por ser más de pensamientos patriarcales y en donde se esperaba que la mujer se preparara para formar una familia.
Te vinculaste con Gendarmería. ¿Cómo ha sido esa experiencia?
- En los años 90 la situación familiar se tornó muy difícil ya que mi padre quedó sin trabajo y mi madre era dueña de casa, En aquella época viajábamos con mi madre a Santiago (patronato) comprábamos ropa y la vendíamos y con eso sobrevivimos un tiempo, yo había postulado la universidad, pero los recursos no alcanzaron por lo que debí postergar mis intenciones de estudiar.
Fue en esos años donde conocí Gendarmería. Mi padre consiguió trabajo en la Institución como paramédico (a honorarios) y sus experiencias me fascinaron, poder trabajar con personas privadas de libertad, ayudarlas y ser un aporte acaparó mi atención siendo un verdadero llamado de vocación. Fue así que postulé a la planta de suboficiales en primera instancia, egresando de la escuela institucional como gendarme. Se presentó la posibilidad de postular a la planta de oficiales y con cierto temor postulé pensando que si me iba mal perdería la oportunidad de trabajar en lo que ya había sido preparada, ya que debía renunciar para poder postular nuevamente, pero mis intenciones de ser un aporte en mi trabajo pudieron más. Exitosamente en la selección nacional quedamos 25 postulantes a oficial penitenciario, empezando nuevamente estudiar en Santiago, todo esto con mucho esfuerzo económico nuevamente para mi familia.
Me imagino que hay mucho miedo…
- Trabajar en Gendarmería me hizo ver otra realidad, ya que conocí un submundo que mucha gente desconoce se trabaja con el dolor de las personas, las carencias, tanto económicas como afectivas, que no justifican el actuar de las personas que están privadas de libertad, pero si de alguna forma nos hace entender en algunos casos porqué ellos pueden actuar de la forma que lo hacen.
Es fuerte e intenso el trabajo ahí, siempre hay situaciones inesperadas y en mi experiencia laboral me he visto en operativos por riñas, peleas, motines y accidentes tanto de la población penal como de funcionarios. Hay que ser fuerte la mayoría de las ocasiones, reaccionar rápidamente. Ya que de la rapidez de nuestros procedimientos se salvan vidas.
Como trabajadora fueron difíciles mis inicios, en esos tiempos la presencia femenina en las jefaturas era escasa, éramos muy pocas y costaba validarse en una institución mayoritariamente masculina, jerárquica y patriarcal. Con el tiempo hemos ido ganando nuestro espacio, hemos demostrado nuestras habilidades de igual a igual y hemos obtenido terreno siendo validadas en cargos de jefaturas que con mucho orgullo ostentamos las funcionarias en la actualidad.
Durante mi carrera funcionaria me he profesionalizado, he cumplido mi meta de continuar mis estudios superiores, obteniendo dos títulos universitarios como profesora y recientemente egresada como trabajadora social, lo que me ha permitido realizar una labor social la cual a mí me encanta.
Reconozco que existen personas que nunca cambiarán, pero también existe un porcentaje de personas que necesitan una nueva oportunidad, veo a diario mucha reincidencia, pero también mucha reinserción social.
¿Qué es lo mejor de ser mujer?
- Como mujer lo más hermoso que me ha tocado en la vida es la maravillosa posibilidad de ser madre es un rol que tengo muy marcado y que me fascina, soy muy cariñosa con mis hijos, me encanta ser mamá.
¿Cuál es el espacio de la región que más te gusta?
- Llevo 10 años en Antofagasta, ciudad que me ha tratado como una nortina más, tengo muchos amigos y a mis hijos les encanta vivir aquí. Nos gusta muchísimo pasear por el paseo de la costanera maravillosa que tiene la ciudad, esa brisa marina que nos cubre y nos hace sentir en paz y más unidos como familia. Me siento una antofagastina más, quiero mucho la ciudad y deseo lo mejor para ella.