El tiempo, el ocio y el trabajo
El teletrabajo ha alterado nuestra disposición del tiempo, la productividad y el valor de lo importante. Ambas se relacionan y hay transformaciones. Los chilenos no destinamos el mismo tiempo a la conversación que los argentinos o los españoles, incluso que naciones más desarrolladas, lo que podría explicarse por ese afán de ser productivos.
En medio de la pandemia hemos olvidado uno de los debates más interesantes del "Chile de la normalidad": la rebaja horaria para el mundo del trabajo, conversación aparecida por la estrecha relación existente entre tiempo y productividad.
Es este aspecto uno de los puntos destacados en el modelo de desarrollo, donde los momentos en que el trabajador está en dentro de los márgenes de lo que llamamos empresa, deben ser destinados a la producción eficiente del bien o servicio por el cual se le paga.
El intercambio es monetario. Se cancela por producir y estar, no por destinar minutos a otros menesteres que parecen no producir valor para la organización y que no son efectivos dentro del objetivo por el cual existe un contrato de por medio.
Es indudable que el asunto tomó otra dimensión con el avance del teletrabajo. El paso del tiempo parece distinto, lento y complejo, rompiendo esa tendencia tan propia de Chile donde el tiempo parecía más veloz, en la medida que ganó fuerza la idea de que todo tiempo debe ser provechoso. Así se ha satanizado el ocio, la siesta, el descanso, como si aquellas acciones fueran malas o equivocadas. Es probable que estos meses de pandemia hayan dado mayores luces a muchos respecto de qué es lo importante, qué tiene valor, cuál es el sentido de la vida y quiénes somos, no que tenemos, cuánto trabajamos o viajamos.
Los chilenos no destinamos el mismo tiempo a la conversación que los argentinos o los españoles, incluso que naciones más desarrolladas, lo que podría explicarse por ese afán de ser productivos, o de aparecerlo si tomamos conciencia de nuestros bajos indicadores.
Así emerge la apariencia, el simulacro. Muchos simulan producir, pero solo están. No es entonces un problema de horas, es más complejo y profundo.
Pero la forma de medir aquello -el tiempo- se ha diluido para aquellos casos en que se ejecuta el teletrabajo. Lo que debiera pedirse en esos casos es el logro de objetivos mensurables. Es de esperar que estos momentos distintos nos dejen alguna enseñanza en tal sentido.