Consensos generales
Una de las cosas que define el Chile y el mundo de hoy es el individualismo y la ausencia de relatos comunes. Eso será complejo en el escenario constitucional. Sin esa decisión de encontrarnos y construir caminos posibles, seremos una suma de individuos, pero sin cohesión social, demasiado frágiles ante un mundo cada vez más incierto.
La cantidad de demandas que están comenzando a ponerse sobre la mesa para la discusión de la futura Constitución Política puede revelarnos una de las cuestiones más estructurales de estos tiempos: la atomización de la sociedad, la enorme individualidad, junto con la carencia de relatos aglutinadores.
Si hay quienes pudieran creer que este momento debe ser leído en clave clásica: izquierda- derecha, cometerá un error. Hay ciertamente un malestar con la élite, tanto económica, como política, pero parece mucho más contundente la fuerza que emerge desde grupos heterogéneos en orígenes e intereses.
Pueblos originarios, minorías sexuales, aquellos que demandas salud, los que reclaman por pensiones o educación (que varían dependiendo del segmento que les preocupe), parecen fundidos en una gran masa, pero no: son segmentos que reclaman por cuestiones muy específicas, propias del país moderno que tenemos (aunque a muchos no guste). Todas se relacionan, por cierto, pero esa es la tarea de los liderazgos políticos tan ausentes en estos tiempos: entender la sociedad, amalgamar lo posible y contener lo que no pueda hacerse en este mar de demandas cada vez más confusas.
No son estos los tiempos en que las derechas, izquierdas, la iglesia o determinado club, dirigían gran parte del pensamiento. El presente está más caracterizado por la subjetividad personal.
Por eso es difícil gobernar y por ello será difícil consensuar una Constitución para 18 millones de chilenos si cada quien no entiende que vivir en sociedad exigirá renunciar a muchas demandas personales para imponer marcos generales, que representen a a casi todos y garanticen las libertades individuales.
Otra vez, la tarea de los líderes políticos es fundamental, no tanto para conseguir el poder, sino primero para entender Chile y proveerle una respuesta que posibilite desarrollo, paz social y una idea de proyecto común donde todos caben e importan sin importar procedencia y cosmovisión.
Sin esa decisión, seremos una suma de individuos, pero sin cohesión social, demasiado frágiles ante un mundo cada vez más incierto.