La caminata de las familias venezolanas que cruza cinco países sudamericanos
ÉXODO. Los inmigrantes venezolanos están tomando rutas cada vez más peligrosas para llegar a su destino principal: Santiago. La mayoría cruza la frontera a pie por el altiplano boliviano.
Tras cumplir con su cuarentena preventiva en Iquique, el venezolano de 28 años, Rafael Pérez, junto a su esposa Oleini y su dos hijos (Aaron y Xavier), tuvieron que caminar durante tres días por la costa nortina, para llegar a Antofagasta.
Dicha travesía, explicó el venezolano, fue hasta agradable comparado con el largo camino que les significó entrar a Chile atravesando el desierto de manera irregular, desde Pisiga (Bolivia), para luego llegar a Colchane, y a Iquique 15 días después.
Llegados a este punto, según lo que relató Pérez, todos los extranjeros del grupo con el que viajaba, unos 25 aproximadamente, incluidos ellos, se auto denunciaron a la PDI y a las autoridades, para luego ser derivados a una residencia sanitaria por 14 días; instancia que les permitió descansar del extenuante viaje.
"Pasar por los desiertos de Pisiga, para llegar a Huara. Fue una experiencia horrible que hay que vivir para entender lo difícil y desesperante que es. Todo ese tiempo caminando y durmiendo junto a mi familia, en carpas, a la intemperie. Hubo momentos en los que me arrepentí de haber venido, porque no sabíamos por dónde ir, pero ya todo eso quedó en el pasado", dijo.
Acotó que quisieron autodenunciarse para poder estar al día, al menos, con los papeles sanitarios, ya que tienen el objetivo de continuar su camino a Santiago, donde los esperan unos amigos. El problema, explica, es que no les venderán pasajes en su situación de ilegalidad.
"Si no podemos comprar los pasajes, caminaremos, hemos caminado cientos de kilómetros, no es fácil, pero tampoco es imposible", dijo.
El migrante manifestó que pese a la pandemia del coronavirus que existe en el mundo, Chile sigue siendo unos de los países en Sudamérica, sobre todo para los venezolanos, idóneos para venir.
"Salimos de Venezuela hace cuatro años, vivimos dos en Ecuador, después en Perú casi un año y Bolivia durante ocho meses. En Perú la xenofobia hacia nuestra gente es tal, que ya no se puede trabajar, en Bolivia ya no hay trabajo para nadie y está la escoba con el coronavirus. Creo que por eso, el venezolano toma la decisión de venir a Chile", dijo.
Una experiencia similar manifestó su compatriota de 19 años, Oviani Pinto (foto principal), quien por estos días, tras llegar a Chile por Bolivia y, al igual que Rafael, se autodenunció en Iquique. Ahora se dedica a recorrer el centro de la ciudad (llegó el lunes) junto a su hijo de dos años, para vender chupetes y así juntar dinero.
"No sabemos qué va a pasar porque no podemos comprar pasajes, no tenemos los papeles. Lo bueno es que encontramos un lugar para estar y dormir mientras tanto, y así no tener que estar en la calle. Sabemos que con dinero en mano, tendremos que preguntar (en el terminal) si nos pueden llevar a Santiago, dijo.
"Mejor"
Unas cuantas cuadras más al norte, y sin salirse del radio de la plaza Colón, al menos durante la mañana, el venezolano de 27 años Carlos Rodríguez, deambula junto a su hija de seis años, vendiendo dulces.
Al igual que en los casos anteriores, entró por Bolivia para luego autodenunciarse y así poder llegar a una residencia sanitaria. Lleva menos de 20 días en el país y solo cinco en Antofagasta. Ha recorrido cientos de kilómetros, pasado frío y hambre, no obstante dice estar mejor que en Venezuela.
"Quisimos venir debido a la critica, critica situación que estamos viviendo en Venezuela y que hoy para nadie es un secreto. Las familias pasan días sin luz o sin gas. No hay dinero para comer, y escasea la comida. Por eso venimos, para buscar una mejor vida. Aquí como sea, mis hijos tiene sus tres comidas al día. Les estoy dando una mejor condición de vida, pese a estar viviendo en el aire", dijo.
Procedimiento
Según explicaron desde la gobernación, todos aquellos extranjeros que hoy, tras haber realizado la cuarentena sanitaria siguen en la ciudad, son personas que por protocolo, no debieron haber sido dejadas a su suerte después de la cuarentena.
"Es la PDI quienes deben hacer seguimiento a estas personas, desde que se hace la denuncia, hasta que se van, ya que ellos, su departamento de Migraciones, deben entregar los antecedentes a la Intendencia y así, ver qué acciones tomar", precisaron desde la institución, no sin antes aclarar que "Extranjería" de la gobernación, se encarga solo de que los extranjeros residentes en la región, tengan sus documentos al día.
Desde el Servicio Jesuita de Migrantes (SJM) explicaron que a partir del inicio de la Pandemia en Chile, el aumento de ingresos por pasos no habilitados aumentó en un 91% en comparación con el año pasado, debido entre otras razones, al comercio que existe en torno al tráfico de inmigrantes.
"Este delito (tráfico de personas), está dentro de los más lucrativos en el mundo, por lo tanto, requiere un abordaje en múltiples dimensiones. Para el caso chileno, se ha demostrado que el control de fronteras, por sí solo, no termina con el tráfico de migrantes, dado que quienes se dedican a este ilícito buscan nuevas estrategias y rutas", manifestaron.
Leida, Urbina, venezolana
34 años.
"Ha sido muy difícil llegar, pero tuvimos que arrancar de Venezuela; no se puede vivir con 10 dólares al mes".
Oviani, Pinto, venezolana
19 años.
"Es una situación compleja, porque queremos llegar a Santiago, pero al estar irregular, no nos venden los pasajes".
Kevin, Pérez, venezolano
32 años.
"Desde que dejamos Bolivia, el desierto ha sido duro, caminamos seis días, dormimos en la ruta, pero llegamos".
Tras realizar un patrullaje preventivo, personal de frontera de la Tenencia de Ollagüe, de la 1a Comisaría de Calama, sorprendió durante la mañana del lunes a 24 extranjeros (la mayoría venezolanos) ingresando de manera irregular al país, por la ruta internacional 21CH. En el grupo, 19 personas eran mayores de edad y cinco eran niños. Carabineros entregó el procedimiento a la PDI.