La sociedad en funcionamiento
El personal sanitario ha hecho una labor notable y también la gente del comercio, recolectores de basura, todos aquellos que se exponen día a día en medio de la crisis. Para el resto de las personas, lo único que se pide es seguir en casa para evitar la propagación de una enfermedad altamente contagiosa. No habrá avances si no controlamos el virus.
Luego de seis meses de pandemia y la alteración completa de las convicciones, estados de ánimo y rutinas, son muchas las conclusiones que pueden sacarse, una de las más fundamentales es el valor de la salud, la familia y amistades, las relaciones humanas y, por cierto, la relevancia de un sinnúmero de actividades, muchas desconocidas, que hacen posible que las dificultades no sean peores.
La más obvia es el sistema de salud. Si no tuviéramos una organización compleja que trabaja en la prevención y tratamiento de enfermedades y pandemias, el desastre sería mayúsculo y absoluto.
Médicos, enfermeras, personal paramédico, conductores de ambulancias y tantos otros han dado una enorme prueba de fortaleza en estas semanas. Ellos también tienen familias y miedos, pero han seguido adelante, conscientes de que su labor es indispensable.
No son los únicos. La producción de agua y energía han seguido funcionando, lo mismo que supermercados y comercio en general, la recolección de basura, entre otros, todas labores altamente expuestas al virus y otras complicaciones.
Esta enorme cantidad de personas ha debido seguir actuando normalmente, sin que puedan quedarse en sus hogares, no tienen opción alguna, por el tipo de trabajo desarrollado, en áreas estratégicas, como las citadas.
A estos se suman una enorme cantidad de compatriotas que por su tipo de trabajo informal, están obligados a salir a buscar ingresos para poder vivir. Muchos no tienen opción: si no salen, no comen. En la región son 56 mil personas en esa condición. El mismo reconocimiento debe hacerse con aquellos que están apoyando las ollas comunes -aproximadamente un centenar en toda la región- y que muestran una solidaridad notable además de una valentía inmensa.
Para el resto de las personas, lo único que se pide es seguir en casa para evitar la propagación de una enfermedad altamente contagiosa.
Para aquellos que aún se quejan de su suerte, del confinamiento y el aburrimiento, el único mensaje que queda es pedir empatía con aquellos que cada día salen adelante para beneficio de todos.