El engaño detrás del plebiscito
"Lavín, debe estar atribulado, lo atacan partidarios y detractores, se le caracterizó de oportunista". Pedro Díaz Polanco, Director de la Escuela de Administración Pública Uach
Una de las más relevantes consecuencias del Estallido Social de octubre de 2019 fue que la clase política se abrió a la posibilidad de redactar una nueva Constitución Política de la República.
En virtud de ello -y en un nefasto espectáculo que buscó disfrazar los verdaderos intereses de los partidos políticos- la mayoría de la clase política alcanzó el denominado "Acuerdo por la Paz" alcanzado en noviembre de 2019 y por el cual se estableció la necesidad de implementar un plebiscito que determinará si la ciudadanía quiere o no una nueva carta magna para el país.
Sin embargo, y en una clara muestra de egoísmo y ambición por perpetuarse en el poder, los partidos acordaron las formas en la que esto se llevaría a cabo ante el potencial triunfo del Apruebo.
Así entonces, se determinó que el 50% no parlamentario que participaría de una Convención Mixta o el 100% de los elegidos en la opción Convención Constituyente serán electos a través del método D`Hont; mecanismo que -desde el punto de vista de la técnica electoral- se utiliza para garantizar la representación de la mayor cantidad de conglomerados y partidos políticos del país, lo que -en consecuencia- implica postergar las posibilidades que tiene cualquier candidato verdaderamente independiente a salir electo.
Así entonces, y ante esta innegable realidad, el Acuerdo Por la Paz se presenta como un instrumento que protege el poder y los intereses de los partidos políticos, invisibilizándose de facto el sentir de aquella ciudadanía que levantó en las calles la reivindicación constitucional.
Desgraciadamente, y a la luz de los hechos, buena parte de la ciudadanía se encuentra "secuestrada" entre el Apruebo y el Rechazo, y no ahonda en un análisis riguroso respecto a las condiciones del proceso.
Ante esto, es esperable que las instrumentales "consecuencias" del plebiscito -y que en general se traduce en una escasa participación de verdaderos independientes a la hora de discutir y redactar una nueva Constitución- queden en evidencia en forma tardía, generándose las condiciones para que se reactive la molestia ciudadana y se potencie la desconfianza que hoy existe hacia la clase política.