Charlie Kaufman recorre los laberintos del tiempo
Netflix acaba de estrenar "Pienso en el final", ingeniosa y alucinante película del guionista de "Eterno resplandor de una mente sin recuerdos".
Hace ya dos décadas, Charlie Kaufman logró más o menos algo inédito dentro del cine: que se valore una película por el guionista que está detrás, más que por el director. "¿Quieres ser John Malkovich" y "El ladrón de orquídeas" se consideran obras de Kaufman aunque hayan sido realizadas por Spike Jonze. Lo mismo pasa con "Human Nature" y "Eterno resplandor de una mente sin recuerdos", dirigidas por el francés Michel Gondry. En todas ellas encontramos la marca propia del escritor: humor absurdo, pesimismo existencialista y una fuerte obsesión por los laberintos de la mente.
Cuando Kaufman debutó como director en 2008 con "Synedoche, New York" ya sabíamos perfectamente quién era. Protagonizada por el fallecido Philip Seymour Hoffman como un dramaturgo megalómano que reconstruye la ciudad de Nueva York para una obra monumental que nunca terminará, el filme llevó al extremo las inquietudes de uno de los narradores audiovisuales más singulares del panorama. Luego se atrevió con "Anomalisa" (2015), cinta animada, tan taciturna como el resto de su trabajo, sobre un motivador profesional que está tan desencantado de la vida que todas las voces les parecen la misma.
"Pienso en el final", su tercer largometraje como realizador, es una evolución natural de su imaginario y refleja las paradojas del streaming. Al parecer Netflix no era el enemigo del cine como pensaban en Cannes, sino que un estimulador de operaciones autorales, financistas generosos de un Kaufman que radicaliza los mecanismos enmarañados de sus espejismos.
La voz en off de una joven sin nombre (Jessie Buckley) -desencantada y obsesiva como todos los personajes del autor- revela su flujo de pensamientos mientras se dirige, junto a su nuevo novio (Jesse Plemons), al hogar de los padres de él, ubicada en una granja lejana. Afuera nieva fuertemente. Cuando llegan se encuentran con animales muertos conservados por la nieve, la huella de cerdos carcomidos por gusanos, una casa con parajes misteriosos y los padres del novio (Toni Collette y David Thewlis), matrimonio ajado y excéntrico que facilitará las tensiones de sobremesa.
Kaufman, quien en el viaje de ida ya nos alertó sobre las rarezas venideras mediante algunos saltos inesperados en el montaje, reflexionará sobre el tiempo y la memoria y, jugando con los códigos formales de las casas encantadas, saltará a un cóctel de excentricidades que incluirá anacronismos, números musicales de danza, realidades fílmicas paralelas incrustadas (como un falso largometraje dirigido por Robert Zemeckis ) y una larga lista de referencias que van desde el poeta William Wordsworth y los ensayos de David Foster Wallace hasta la famosa crítica destructiva que Pauline Kael hizo de la película "Una mujer bajo la influencia", de John Cassavetes.
"Pienso en el final", basada libremente en la novela homónima de Ian Reid, está desbordada de ideas y de decisiones cinematográficas arriesgadas que, al margen de sus planteamientos, apelan al viaje sensorial. Esta es acaso una clave para navegar los fascinantes océanos de Kaufman: no dejar que la frialdad de la interpretación arruine el calor de la experiencia emocional.
Una pareja va a visitar a los padres del novio en una granja lejana mientras cae la nieve.
En resumen
"Pienso en el final" es el tercer largometraje dirigido por el guionista Charlie Kaufman.
Por Andrés Nazarala R.
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