Crisis y sentido de grandeza
"Afirmo que en las dos crisis últimas del país, no ha habido en el mundo político y en el poder estatal un atisbo de sentido de grandeza". Salvador Lanas Hidalgo, Académico de Universidad San Sebastián
¿Cuándo se erosionó tan profundamente nuestra cultura y de modo particular nuestro país? ¿En qué momento se juntó la endofobia cultural, el nihilismo violento, el buenismo ramplón, el activismo ideológico con la pasividad, la indiferencia, el silencio y la cobardía de quienes conformamos la cultura?
La humanidad ha producido momentos altos de grandeza y, nuestra cultura occidental, la mayor parte de ellos. El sentido común indica que es normal sentir identificación por la cultura que se profesa. El revisionismo histórico y cultural no es una actividad espontánea sino más bien obedece a una suerte de evilismo antinatural y de épocas pretéritas. El evilismo que se auto confiere pureza moral y pretende ejercer una justicia reparadora del pasado a punta de eslóganes, consignas y monosílabos. ¿Y cómo hace esta deconstrucción? Principalmente socavando los fundamentos de la cultura y horadando los principios y valores que lo sustentan, la noción de persona y su expresión social básica que es la familia. El globalismo que pretende uniformar y controlar todos los países, acompañado por un progresismo fariseo y puritano que sostiene una visión del ser humano que no tiene ningún sustento en la realidad.
Una de las preguntas más radicales de la filosofía interroga por el ser de la persona. Esa radicalidad demandante ha sido replanteada en muchas etapas del desarrollo humano. Pregunta que está en el origen (arché) de la filosofía y de las ciencias. Y si algo nos ha enseñado, es que el ser humano es frágil, precario y falible, no obstante, puede transitar por un camino de cultivo del entendimiento y la práctica de virtudes que permiten construir un orden social, posibilitando momentos de esplendor y de verdadero progreso. Y que los seres humanos repitan su condición esencial a través de sus pensamientos y acciones, pareciera confirmar la teoría del eterno retorno, que afirmaban los antiguos estoicos y que Nietzsche sostiene en La Gaya Ciencia y reafirma en Así habló Zaratustra.
¿Alguien duda que las instituciones del Estado están crisis? En realidad, a duras penas se sostiene el Estado de Derecho y han sido los mismos poderes del Estado que se han extralimitado en sus atribuciones, en particular el Poder Legislativo que ha rayado en la sedición. El Ejecutivo, por temor u omisión, no ha ejercido la autoridad y el poder legítimos, que le confiere la Constitución. Y esta crisis es extensiva a otras instituciones de la vida nacional.
¿Y el mundo político? La derecha es una suerte de Torre de Babel mezclada con caballos de Troya sin substancia e ideario. Y la izquierda sigue en la eterna búsqueda de su vellocino de oro de la utopía mil veces fracasada. Y sus adláteres intelectuales, que al decir de C. Warnken, han puesto piso y justificación teórica a la violencia que asoló al país a partir de octubre pasado. Viven ese mundo paralelo que describe Cortázar en Continuidad de Los Parques.
Afirmo sin ambages que en las dos crisis últimas que ha padecido el país, no ha habido en el mundo político y en el poder estatal un atisbo de sentido de grandeza.
¿No hay reserva moral en el país? Cervantes a través del Quijote dice: busquemos donde está todo cerrado, una salida. Y existe, puesto que sí ha habido sentido de grandeza en la sociedad civil, tema de otra columna.