"La honestidad es mi mayor autoexigencia"
ANTOFAGASTINIDAD. Valentín Volta Valencia, abogado y pampino.
El abogado Valentín Volta Valencia proviene de una familia con profundas raíces en la pampa nortina, asunto que lo enorgullece.
Nació en la Oficina Flor de Chile, en el cantón de Taltal, y luego vivió en varios de estos extintos poblados salitreros, hasta que su familia se estableció en Antofagasta, en sector Favorecedora y la Gran Vía.
Este exalumno del Liceo de Hombres, aficionado a los sombreros y al fútbol, cree que la vida en la pampa deja su sello en las personas. De hecho, él mismo se reconoce marcado por este "estilo de vida".
¿De dónde proviene tu gusto por los sombreros?
-En general de protegerme del sol y cuando era adolescente, de ocultar mi cabello un poco erizo. Además, para reivindicar al pampino y su estilo de vida. Mi padre fue pampino, calichero, minero, desde los 12 años y viví en las oficinas salitreras Flor de Chile y Alemania, así como en Mina Julia y Mina Aconcagua, todas de nuestra región, y allí conocí desde pequeño el uso y utilidad del sombrero en pleno desierto y a todo sol.
¿Qué recuerdos guardas de tu infancia?
-Muchos, acá en Antofagasta, en la ex salitrera Oficina Alemania, en la Mina Julia, en la Mina Aconcagua, y en Taltal y Paposo. En Antofagasta jugando béisbol al lado de la Escuela Grecia o baby fútbol en la ya extinta piscina de agua salada de la playa Las Almejas o capeando olas y evadiendo erizos en esa misma playa. También yendo a Paposo desde Mina Julia, a pernoctar a un carro de tren abandonado que hacía de cabaña. Y por cierto, jugando con tierra en los edificios de Pedro Antonio González en la Gran Vía, junto a los niños del barrio. De verdad tuve muchos momentos hermosos con mis padres, hermanos, amigos y compañeros de escuela.
¿Qué personas han marcado tu camino en la vida?
-En mi vida privada, mis padres, por su incansable sacrificio por darnos a los 7 hermanos Volta Valencia lo mejor posible, partiendo por los cuidados, nuestra educación y la formación y valores cristianos, que hasta hoy mi madre, Sara, con 86 años, nos sigue dando. Y en mi vida pública, me marcó y sigue marcando la Presidenta Bachelet, ya desde que era Ministra de Salud. Y por cierto cuando tuve la oportunidad de conocerla un poco más en mi calidad de intendente en su segundo mandato.
¿Qué valores buscas en las personas?
-La confianza y la honestidad. Siempre he sido de los que parte confiando y no desconfiando de las personas. Salvo algunos pocos casos de este último tiempo, esa postura me ha traído buenas relaciones con muchas personas, de distintos lados, orígenes, situación social, cultural, etc. No creo en la frase popular "en la confianza está el peligro". Y el otro rasgo que busco es la honestidad, que en el ámbito público donde me he desempeñado buena parte de mi vida, es mi mayor autoexigencia y exigencia a los demás.
¿Qué significa para ti ser pampino?
-Es un estilo de vida que aún perdura, pero cuya impronta debiera de continuar por lo menos por una generación más. Asocio al pampino varios rasgos esenciales: trabajo duro, en condiciones difíciles; humilde y sencillo, pero si se requiere, valiente y desafiante; estoico en los reveses, siempre saliendo adelante, por difícil que fuera; con profundo cariño y sentido de pertenencia por su tierra.
¿Por qué decides entrar al servicio público?
-Primero ingresé a la política para defendernos de la dictadura cívico-militar y recuperar la democracia, la paz social y el respeto a los Derechos Humanos. Y luego, ingresé al servicio público para servir a los demás, desde el Estado, especialmente a las personas y familias más vulnerables.
¿Qué significa la política en tu vida?
-Un estilo de vida y un instrumento para el buen y sano ejercicio del poder en favor de las grandes mayorías, con foco en los más vulnerables. La política es una opción personal, pero desde que se asume, es una opción con y por los demás. La política es una actividad para servir, no para servirse. La política en estos tiempos es para construir no destruir. La política es la antítesis de la guerra o la violencia.
¿Cuál es el momento más feliz y el más amargo que has pasado?
-En mi vida el momento más feliz fue cuando nacieron mis hijos Matías y Felipe. Siempre recuerdo tenerlos muy pequeñitos en mis manos, apenas nacidos. Ser padre o ser madre, debe ser una de las cosas más bellas de la vida. Y el más amargo, la muerte de seres queridos, como mi padre en 2017, y una persona muy especial, como lo fue Sergio Marchant, que me afectó como no lo había pensado.
¿Dónde te ves en diez años más?
-En mi ciudad de Antofagasta, trabajando con China, feliz con mi familia, disfrutando a mis hijos y nietos. Y contribuyendo al desarrollo de nuestra región, como profesional, desde el mundo privado o público.