Qué es lo que extraña más del Calama antiguo...

Era mucho más tranquilo. Por decirlo de alguna forma, nos conocíamos todos y ahora, con el crecimiento de la ciudad y los evidentes avances que muestra Calama, la forma de vida ya es un poco distinta. Ese desarrollo ha sido marcado y se ve en que ahora funcionamos como una ciudad más grande, donde no necesariamente todo el mundo se conoce. Pero uno debe adaptarse. Por ejemplo, ahora tenemos un hospital acorde a las necesidades. Como que acá nos cuesta más ganarnos las cosas y por eso, disfrutamos más cada logro.

Y así como ha crecido la ciudad, ¿también cambió la mentalidad del loíno? ¿Hay más identidad?

Yo creo que hemos ido sacándonos un poco esa carátula de que el calameño era quedado, algunos decían flojo, pero que tenía que ver con la personalidad, con ser de ciudad chica. Ahora, como que los calameños estamos despertando, estamos exigiendo y además del espíritu crítico que se está desarrollando, la gente está más consciente del lugar donde vive, de lo que necesitamos, de trabajar en equipo para lograrlo. Sobre todo las mujeres. Nosotras hemos ido cambiando mucho respecto a la mujer que había hace 20 años atrás.

¿Más protagonismo?

Sin duda, sobre todo en el ámbito social. Esto del Covid, por ejemplo, nos ha permitido ir conociendo realmente la ciudad donde vivimos y en eso ha resaltado un importante número de mujeres que son líderes sociales de años y que en momentos en que algunos vecinos necesitados estuvieron complicados son las primeras en organizar ollas comunes, en arremangarse y empezar a cocinar en vez de solo tomar decisiones. Es gente de esfuerzo que se ha volcado a ayudar y eso, como mujeres de Calama nos debe hacer sentir tremendamente orgullosas.

Cómo nace su lucha, la de Cancha Roja y ese sueño de recinto deportivo que la gente tanta añora...

Yo siempre fui deportista y dirigenta, desde el colegio. Y después, cuando ya me casé, apoyaba a mis hijos cuando hacían deporte. Nosotros, antes acá en Calama, aproximadamente en 1984, ya teníamos una pista de ceniza muy bonita con el profesor Felipe Alfaro que ayudaron a desarrollar el atletismo en la comuna. Pero después llegó Cobreloa al estadio, esa pista desapareció y el entusiasmo se empezó a perder. Estaba potenciado el tema deportivo en Chuquicamata pero por Codelco y su política de captar deportistas. Pero en Calama mismo comenzó una decadencia en el atletismo que había que enfrentar.

¿Y cómo lo consiguieron?

La ciudadanía en Calama no tenía las instalaciones. El profesor tuvo la visión de hacer el proyecto que fue la famosa Cancha Roja. Ese profesor de atletismo fue Juan Pérez. Se hizo pero a los años desapareció, se perdieron hasta las murallas de ese recinto. Cuando empezaron a entrenar mis hijos me di cuenta que con otros apoderados intentábamos cuidar un recinto que estaba tomado por la delincuencia. Por eso sentí que era necesario involucrarse y comenzamos en los '90 con otros dirigentes del atletismo a crear clubes y agrupar gente, lo que después sería la asociación atlética de Calama con Gonzalo Ledezma, Eduardo Pastén. David Pinto, Jorge Gutiérrez y varios otros dirigentes.

¿Cómo ve el futuro de eso?

Con muy buenos ojos. Nos costó mucho poner el tema en la mesa y que la ciudadanía lo conociera. Pero creo que conseguimos hacer ver a las administraciones municipales que el deporte cambia vidas.

¿Cómo sueña Calama?

Verde, con más espacios públicos de reunión para nuestra gente. Dándole oportunidades a la gente joven y talentosa que nació acá y que antes tenía que irse de la zona para surgir...

Guacolda Ramírez (55) es parte de una familia de dirigentes sociales de tradición. "Soy parte de la cuarta generación y espero que mis hijos sigan con la tarea", dice esta destacada figura social y deportiva de Calama nacida en María Elena y forjada en la capital de El Loa cuando la ciudad mostraba una cara muy distinta a lo que refleja hoy.