En la carpintería
Para reparar un mueble casero, hube de recurrir a una mueblería del barrio. Lo cierto es que no entraba a uno de estos talleres hace unos treinta años.
Entonces, lo primero que me conmovió fue el aroma de la madera. Luego la familiar acumulación de aserrín bajo las sierras y el montón de virutas, que se empleaban -años antes- para calentar el colero, que contenía la "colapez". Un hombre con un mandil -que mi abuelo llamaba coleto- escucha mi petición. Tiene un lápiz sujeto en la oreja. Otro, sacude un tarro con violencia, mezclando así el barniz que enlucirá una cubierta recién terminada.
Me apoyo en uno de los bancos y -de improviso- me sorprendo dando vueltas el tornillo de la batalla. Cuántas veces cepillé cantos y curvatones, usando esa "machina", que sostenía con firmeza maderos y tablones. Mientras espero que el hombre tome nota de mis requerimientos, veo otras herramientas que parecieron saludarme. Aquí, una gubia y un escoplo. Un guillame y un "espauser" reposan en una caja, donde hay mechas y brocas. Colgado de las paredes, un enorme "sargento", comparte con dos prensas.
El ronco golpeteo de una maceta, señala que un jovenzuelo prepara tarugos. Como todos los talleres que recuerdo, las paredes tienen imágenes de féminas livianas de ropas. Para mi sorpresa, una descolorida portada de "El Pingüino", de septiembre de 1961, leo.
Tomo una "torito", empuñándolo del cuerno de madera. Esgrimo una garlopa y los recuerdos de ese pasado, colindante con mi infancia/juventud, me emocionan. Vibro de verdad cuando huelo el olor del barniz, aunque este es sintético. En aquellos tiempos se hacía con "goma laca" y ron de quemar. Los poros de la madera se tapaban con polvo de piedra pómez y las roturas se disimulaban con cera "carnauba", que la traían desde el Brasil.
Regresa el hombre con el presupuesto. La cajonera quedará lista en una semana. Me voy con un papel en las manos, con vivos recuerdos y con un dejo de tristeza, mientras me alejo de aquella carpintería, una de las pocas que quedan aún en mi querida Antofagasta.
Jaime N. Alvarado García, profesor normalista, periodista, escritor