"Buenistas" y necios
Buena parte de la clase política sigue chapoteando en sus pequeñeces y en una ingenua e infantil concepción de cómo funcionan las sociedades y países. Esto no implica reconocer los desafíos pendientes o suspender las críticas al gobierno. En ningún caso, sino calibrar y poner en contexto lo que hoy es importante y qué es secundario.
El lunes pasado la capital regional vivió, nuevamente, graves episodios de violencia, los que se repitieron en otras ciudades del país, aunque los acaecidos en Antofagasta fueron, por lejos, los más graves.
Todo se dio en el marco del aniversario de Carabineros, una institución que ha sido una de las más cuestionadas desde el 18 de octubre.
Las acciones más preocupantes se vivieron en el sector de la Cachimba del agua, ingreso principal a la comuna, aunque también se repitieron en el sector de Bonilla (norte de la ciudad). No son actos aislados, sino que otros tantos más en una seguidilla repetida hace varias jornadas. Estas apenas pararon algunas semanas, a propósito de la pandemia de COVID-19.
Decir que se trata de hechos delictivos es lo obvio, también que se trata de acciones irresponsables de una masa que no atiende razones y se moviliza con sus propias convicciones como gran escudo.
Lo que resulta llamativo y desesperanzador es la respuesta tibia o justificadora de muchos líderes políticos locales que prefieren la condescendencia para evitar cualquier crítica.
Cuando el país está urgido de unidad ante un desafío tan gigante, que no será posible de resolver por la sola tarea del gobierno, emergen las pequeñeces.
Entender que la seguridad y el orden son fundamentales y son la base para cualquier construcción es de una pasmosa realidad que algunos representantes ni siquiera parecen comprender. Aquello llama poderosamente la atención, lo mismo que esa ingenuidad en no advertir que todos los hechos tienen efectos que pueden ser aún más negativos.
Esto no implica reconocer los desafíos pendientes o suspender las críticas al gobierno. En ningún caso, sino calibrar y poner en contexto lo que hoy es importante y qué es secundario. Cuando se requiere altura, algunos de nuestros liderazgos ofrecen apenas sus dichos para la galería.
El país se ha repletado de "buenistas", de necios e idiotas, incapaces de hacer política, ciegos al peligro que causan sus dichos y omisiones a inconsciencia de que la ciudadanía los percibe como los principales causantes de sus males. El daño causado a la convivencia es inmenso y de paso está minando la esperanza que hasta hace poco parecía posible: saltar al desarrollo en esta generación.