Francisco Salazar, seremi de Gobierno, nació un 18 de septiembre a las 18 horas en Viña del Mar, pero desde el primer mes de vida llegó a su querida ciudad puerto de Tocopilla.

Su vida escolar, aventuras y aprendizajes las vivó allí, donde sigue su familia.

La vida le cambió muchísimo al secretario regional, a él y a Romina Casanova, su esposa, con quien suma ocho años de enlace y cuatro junto a Francisquito, el hijo.

Mal que mal, ser uno de los rostros del gobierno exige disponibilidad completa y muchísima paciencia.

¿Cuáles son tus mejores recuerdos de infancia?

- Automáticamente se me viene a la mente Caleta Boy en Tocopilla, paseando junto a mis padres y jugando en la arena. Esos recuerdos los tengo muy atesorados porque me encantaba aprovechar los fines de semanas con ellos, especialmente con mi papá, quien trabajaba muy duro para que no nos faltara nada.

También recuerdo con cariño mis aventuras por desarrollar mi parte más artística junto a mis primos aquí en Antofagasta. Nos reuníamos para prepararle a la familia presentaciones donde imitábamos a Michael Jackson. Fueron las primeras señales de mi pasión por la música, y que logramos concretar con mis amigos del colegio, con quienes armamos un grupo de música. Tocábamos éxitos de los Beatles, Los Tres, Glup, Chancho en Piedra en los aniversarios.

¿Qué aprendiste de tus padres?

- Les debo grandes valores que me inculcaron como el respeto, la constancia, a luchar y poner a disposición todas mis capacidades para lograr con mucho trabajo grandes metas. Además, ser muy agradecido por lo que se tiene y por lo que no.

¿Cual es el mejor lugar de la región y por qué?

- Es complicado centrarme en un solo lugar. He tenido la dicha de conocer todas las comunas y en cada viaje me encanto más de ellas. Pero si fuese por elegir un lugar, me inclino por las costas por la tranquilidad que genera disfrutar del bello paisaje. Debe ser porque me permite viajar en el tiempo a mi infancia.

¿Qué significa ser autoridad?

- Es una tremenda responsabilidad, y a la vez un compromiso a toda prueba. Me encanta por el trabajo en terreno que significa. Conversar con los vecinos, con las organizaciones sociales. Es algo que vives en primera persona, y que te enriquece por las experiencias que te comparten las familias, los dirigentes. Esas vivencias son impagables. Soy muy agradecido de vivirlo.

¿Qué es lo mejor y lo más difícil del cargo?

- Lo mejor es conocer a personas con grandes historias de vida marcadas de esfuerzo y constancia, y poder ser de ayuda para ellos, ser el canal para que ese proyecto o sueño pueda concretarse.

Lo más difícil es el poco tiempo para estar en familia, aún así siempre está el apoyo de ellos, ya que este es un trabajo en equipo.

En momentos tan difíciles, ¿qué le aconsejaría al resto de ciudadanos?

- Pese a estar viviendo una situación delicada en términos de salud a nivel mundial, y donde hemos reforzado la idea del autocuidado y de cuidarnos por nosotros y por nuestras familias, mi llamado es también a aprovechar estos tiempos para volver a conectarnos emocionalmente. Por factores laborales, personales o de la vida misma, el día a día se pasa muy rápido, debemos aprovechar esto para reconectarnos con nuestros seres queridos, conversar, mirarnos a la cara, utilizando obviamente los resguardos necesarios, y aprovechar en ese sentido, y si es posible, la tecnología con nuestras familias y seres queridos que no tenemos en nuestros hogares. La comunicación y el diálogo en nuestra sociedad son nucleares para fortalecernos, no importa si muchas veces no se comparten ideas, lo interesante de la vida es eso, conocer otros puntos de vista que nos ayuda a ser más tolerantes y abrirnos más para construir juntos un mejor barrio, ciudad, región, o país.