"Es importante reencontrarnos con el arte"
ANTOFAGASTINIDAD. María Luisa Córdova, escritora.
Era una niña cuando, junto a su familia, se marchó a Copiapó y luego a estudiar a Viña del Mar un año.
A Antofagasta llegó el 2008 y desde entonces no se ha movido.
¿Qué recuerdas de tu niñez?
-Recuerdo hacer mermelada de damasco con los frutos que se caían de los árboles en la casa de una tía, recuerdo las carcajadas de mi abuela en la cocina enseñándome a cocinar y adornar las ensaladas. Recuerdo a mi mamá que me traía libros a la casa porque no teníamos televisión por cable y muchos veranos felices jugando carioca y comiendo panqueques con mis primos después de bañarnos toda la tarde en bahía inglesa.
¿Cuándo fuiste más feliz?
-En la universidad cuando entré a periodismo y me di cuenta que mis profesores destacaban mis habilidades en la escritura. En el colegio me había ido súper mal, había sido repitente, tenía malas notas y cuando salí del colegio estudié un año derecho y otro año diseño gráfico, por lo que estaba súper perdida. Creo que el periodismo me salvó porque pude identificar cuáles eran mis fortalezas y fui muy feliz porque no estaba el ramo de química en la malla curricular.
¿Cuando comenzaste a escribir?
-Empecé a escribir a los cinco años, replicando los textos de revistas, no tenía idea qué estaba escribiendo y repetir esos grafemas, era parte de un lenguaje extraño y muy cercano al mismo tiempo. Cuando aprendí a leer, comencé a escribir mis propios cuentos, casi todos basados en historias fantasiosas en donde yo era la protagonista junto a los seres mágicos que aparecían en mis libros favoritos. Los escribía en hojas de roneo que doblaba a la mitad, intentando imitar la apariencia de un libro, luego los escondía porque me daba vergüenza que descubrieran esos escenarios ficticios que existían únicamente en mi cabeza.
¿Cuánto hay de verdad y cuánto de ficción en lo que escribes?
-Intento escribir con la mayor honestidad posible, dentro de la ficción y la no ficción. Para mí escribir es un ejercicio libre y veces esa línea es difusa. Si bien hay mucho texto inspirado en mis experiencias o en las de mis seres cercanos, he ido incorporando nuevos elementos que escapan de la realidad. Mi próximo libro se trata justamente de eso, está basado en mi linaje materno y cómo las mujeres a través de las generaciones vamos heredando ciertos dolores o secretos, podría decirse que hay mucha verdad detrás de esa historia, pero también me gusta condimentar los párrafos con toques de ficción.
¿Cómo son tus procesos creativos y cómo logras inspirarte a la hora de escribir?
-Hace un tiempo le hice esta pregunta a Hernán Rivera Letelier, él se puso a reír y me dijo que la inspiración le llegaba siempre cuando se sienta a escribir. Hernán maneja una rutina de trabajo muy estructurada, con horarios bien establecidos. Me sentí súper frustrada porque tuve que admitir mi falta de disciplina, a mí no me funciona su técnica, le dije que yo era al lote y que mi duende (como se le suele llamar a la inspiración) se le ocurre visitarme en lugares súper inapropiados, por ejemplo, nada me inspira más que escribir en mi bloc de notas en el teléfono cuando estoy arriba de un vehículo o cuando estoy en el parque paseando con mi hijo. Lo encuentro súper raro, ahí es cuando viene esa palabra clave que me lleva a esa idea iluminadora. Trato de anotarlo como puedo, para después llegar a casa y desarrollarlo. Cuando termino de construir esta idea basada en ese flechazo de inspiración siento una alegría extraña, es como cuando terminas un trámite que llevas postergando hace mucho tiempo. Lamentablemente, mi duende es arisco y no me visita cuando estoy libre y en silencio sentada frente al computador. Eso si, cuando tengo plazos que cumplir y debo entregar textos, soy súper pesada porque exijo silencio absoluto y a veces una cerveza.
¿Cuál es el mejor espacio de nuestra región y por qué?
-Definitivamente mi balcón. Tengo la suerte de tener una vista panorámica de Antofagasta de cerro a mar, en donde disfruto muchísimo de los atardeceres, cuidando mis plantas y pasando tiempo en familia.
¿En tiempos tan extraños, qué le recomendarías a la gente?
-Me gustaría que las personas pudiéramos encontrar espacios de felicidad en lo cotidiano, sé que es difícil, pero a mí me ha ayudado mucho volver a ensuciarme las manos con pintura, recortar revistas, hacer collages, mezclar texturas, escuchar música fuerte, cantar, cocinar algo diferente. Creo que es importante reencontrarnos con el arte, no verlo como algo lejano e imposible, sino como una herramienta que está a la mano. No necesitas materiales caros, no necesitas ser experto en nada, puedes usar hasta los desechos de la casa como insumo, definitivamente es una forma de sanarnos.
La escritora de "Mamerta" y "Déjame morir", María Luisa Córdova, nació en Vallenar el 29 de enero de 1987, pero nunca vivió allí.