Crisis y federalismo: una discusión pendiente
"Los ediles se decidieron representar a sus comunidades y ejercer ese gobierno comunal". "Por lo demás nadie está obligado a ser héroe, ni por juramento hipocrático, ni por amor al prójimo".
Nos queda cada vez más claro que ante emergencias públicas se suceden fenómenos sociales que atropellan cualquier disposición, rompen cualquier esquema y eventualmente inician ciclos de inesperadas consecuencias pero necesarios cambios. Sin dudas que la situación que nos afecta a todos hoy nos lleva a colocarnos en otros escenarios más dramáticos y con resultados que podrían ser letales. El coronavirus por el mundo amenaza a la humanidad y la autoridad nacional no ha tenido la capacidad de liderazgo suficiente para tomar las medidas necesarias a la luz de las experiencias internacionales. Es probable que la inspiración de algunos alcaldes por nuestros días, de todos los sectores, no haya sido político sino de interés social ante el riesgo de la vida de su gente y la eterna espera e indolencia de un gobierno con mirada centralista.
Hoy los ediles de diferentes ciudades a lo largo y angosto de nuestra patria han iniciado un proceso de federalismo "de facto", federalismo de hecho; si bien nuestra Constitución establece un sistema de gobierno y administración centralizado y unitario, los ediles se decidieron representar verdaderamente a sus comunidades y ejercer ese gobierno comunal tan maltratado.
Los alcaldes y sus vecinos, insisto de todos los sectores, se sintieron atropellados esperando las resoluciones del nivel central, que nunca llegaron, como muchas otras que nunca llegan, y entonces pareciera que por los empujones ciudadanos se consigue más que por el convencimento de proteger a la población, porque al parecer el gobierno del Presidente Piñera tiene otros intereses que defender frente al riesgo de la vida humana.
Este "federalismo de facto", como me grafica un amigo abogado "puede resultar peligroso", y es cierto. Me imagino qué ocurriría si mañana una Comisaría se suma a defender el interés de esa ciudad, junto al alcalde, no coincidiendo con la postura oficial del Gobierno; y es que el sentido de arraigo, de pertenencia y protección a la propia familia puede ser muy fuerte. Sin dudas es peligroso hoy, en nuestro contexto. Pero pasado este complejo momento sanitario, y espero pronto sea resuelto, debe continuar esta misma disposición de defender y proteger los diversos territorios y debemos poner en la mesa de la discusión constitucional ya no un federalismo de facto sino uno legítimo.
Hipócrates en la UC
De todas las profesiones, la de médico es de las mejores, alta empleabilidad, se puede ejercer en el ámbito público o ser su propio jefe en la consulta privada, pero, también, el delantal blanco arrasa, es grito y plata, bien lo supo Michelle Bachelet, que siendo Presidenta cuando le tocaba enfrentar una crisis lo sacaba del closet.
En Chile, estudiar medicina es un cheque a fecha, aunque la carrera es de las más caras, es la vía segura de escalar a lo más alto de la pirámide social y también de sumar rentas particulares, nunca para volverse millonario, aunque hay casos muy excepcionales. Pero no da lo mismo estudiar Medicina en cualquier universidad, porque egresar de la Pontificia Universidad Católica hace al médico un ser superior, no solo por la calidad de la educación impartida.
Por cierto son pocos los elegidos, los puntajes para ingresar son altos y los egresados forman parte de esa elite de doctores de la UC, quieren tanto a su universidad que, para diferenciarse de sus colegas, cual fierro candente en el pecho, llevan bordado en su delantal, la insignia de la PUC y, también, por supuesto, un adhesivo en su 4x4 del año.
Aunque la salud en Chile es buena, todavía la gente añora esos doctores de pueblo, médicos generales, que saludaban por su nombre de pila a todo el vecindario, muchas veces atendían gratis y acompañaban a las personas desde su nacimiento hasta su muerte.
Pero hubo también médicos, no fue la única profesión por cierto, cómplices activos de la dictadura militar, cuya función fue diagnosticar cuánta tortura física y mental un ser humano puede soportar.
Con el crecimiento económico la salud se especializó, encareció y se vio en ello un negocio, además el médico se distanció, dejó de participar de la vida social comunitaria y prefirió los clubes de golf. Y aquel médico con capacidad socio comunicativa que contaba chistes a sus pacientes y conocía los secretos de familia, cambio por uno que, con soberbia intelectual, hablaba en una jerigonza inexpugnable, entendible solo por sus colegas, pero no para la persona común y corriente.
Como bien lo grafica la doctora Izkia Siches, presidenta del Colegio Médico de Chile: "Los médicos hemos perdido credibilidad, somos vistos como mercachifles, alejados del servicio e interesados por el negocio".
Pero la pandemia de COVID-19, trae la oportunidad a los hombres de blanco de recuperar dicha credibilidad, porque hoy en el mundo se suman homenajes a equipos médicos (doctores, enfermeras, técnicos y auxiliares) que a riesgo de contagiarse trabajan para combatir el virus.
En Chile, debiera suceder lo mismo, salvo al doctor Mañalich por cierto, como metió su cola la política, cualquiera cosa que hiciera se le criticaría.
Pero tampoco aplaudirán a esos estudiantes de último año de la carrera de Medicina de la Universidad Católica que, en medio de la crisis sanitaria, llamaron a un paro exigiendo condiciones para participar en los equipos que atenderán pacientes con coronavirus. Aunque en tiempos de crisis se templa el carácter y afloran las grandezas y las miserias humanas ¿puede criticarse a esos jóvenes que no quieren poner en riesgo su vida, sin haber disfrutado un poquito las bondades y privilegios que otorga ser médico? ¿O más bien su conducta puede ser catalogada hasta de apropiada, porque no significa, acaso, poner en práctica el distanciamiento social, que tanto pide la autoridad sanitaria?
Por lo demás nadie está obligado a ser héroe, ni por juramento hipocrático, ni por amor al prójimo, ni aunque uno sea doctor de la UC.
Esteban Velásquez
Diputado de la República
Héctor Martínez
Periodista