"A las mujeres se les debe mucho todavía"
ANTOFAGASTINIDAD. Ana Olivares, la mujer que mantiene viva la gesta de la Guerra del Pacífico.
Ana Olivares nació el 24 julio 1973 en Calama y hoy vive en Antofagasta.
Muchos la han visto vestida a la usanza de la Guerra del Pacífico, explicando detales del conflicto a escolares y adultos. Esa es una de sus pasiones.
Casada hace casi 25 años, tiene dos hijos: el mayor es kinesiólogo y la menor, estudiando en la UCN.
¿Cuál es tu primer recuerdo de niña?
-Mi primer recuerdo de niña es el compartir familiar. Siempre juntos, en las buenas y malas. Me crié con mis abuelos maternos y tíos ya que mi madre (profesora normalista) debía trabajar para mantenernos (somos tres hermanos) en ausencia de mi padre.
¿En qué momento te comenzó a gustar la historia?
-La historia se interniza en mí, en la vejez de mis abuelos. Tenía curiosidad de saber de la historia familiar. Mi abuelo Víctor vivió la época salitrera, por lo que mi abuelita andaba de campamento en campamento con sus siete hijos. Ellos nos contaban su vida pampina. Lo cotidiano y lo duro. Luego, con mis abuelos paternos (que conocí años después) descubrí que tenía ascendencia Lickan Antai. De allí comencé a investigar y reunir datos.
También supe por parte de mi padre (que también conocí años más tarde) que él se crió en el chalet delos Abaroa, ya que sus padres trabajaron allí. Al aprender más de dónde viene la familia Abaroa (héroe boliviano de la Guerra del Pacífico, Eduardo Avaroa, con "v") comencé a investigar sobre la guerra. Luego, al estudiar idiomas y realizar mi práctica en el Museo Regional, más se alimentó mi interés en el hecho, especialmente por ser el escenario de inicio del conflicto.
¿Qué significa para ti la Guerra del Pacífico?
-Las guerras nunca son buenas. Sin embargo, Chile se ha forjado con ellas. El resultado de la Guerra del Pacífico cambió la economía chilena y aún sus terrritorios anexados y sus riquezas, sostienen el país.Lo que rescato es el aporte de la sociedad civil en dicho conflicto.
Ya sea por enganche o voluntad, hombres, mujeres, niños, sacerdotes, mineros, pueblos originarios y hasta reclusos dieron la fuerza que el Ejército de la época no tenía. Los oficiales y letrados tienen su reconocimiento en monumentos y nombres de calles. No así el común de los chilenos, los que estuvieron al frente y murieron. Los que regresaron, no tuvieron compensación a pesar de llegar mutilados y traumados. Qué decir de las mujeres.A ellas se les debe mucho, todavía.
En tiempos tan complicados como estos... ¿Qué le recomendarías a los habitantes de la región?
-Con mucho cariño, a nuestra comunidad recomendaría informarse de diferentes fuentes fidedignas y objetivas para tener ideas propias más claras en los momentos de defender una postura X y/o votar o actuar concientemente.
Debemos aprender a escuchar, tolerar, respetar y, tambien, ceder un poco si es necesario para obtener el bien mayor. Lo más importante, nunca dejar de ver al prójimo como tu hermano. Todos con derecho de pensar diferente. Detrás de una capucha, un uniforme hay un ser humano. Al final, las enfermedades y conflictos pasan, las personas quedan y debemos convivir.