El pintor Ibar Benavides Santana
El pintor Ibar Benavides Santana falleció en Miami, Estados Unidos, el 3 de marzo. Tomó sus primeras lecciones con Chela Lira en su Taller de Arte Infantil de la Academia de Bellas Artes de la UN.
Ibar, habiendo sufrido un trágico accidente, tratando de recuperar un volantín enredado en los cables eléctricos de la Gran Vía, perdió ambos brazos, pero salvó la vida. Ya uno de los precursores de la pintura antofagastina, el "Cojo" César Soto Moraga, que había perdido una pierna al caer de una carreta., al ser entrevistado por un joven Sanluisino llamado Andrés Sabella, le dijo " a un pintor puede faltarle una pierna, un brazo y un ojo, pero igual se las arreglará para salir adelante como artista". Así fue. En los primeros años Ibar Benavides pintaba sosteniendo su pincel entre los dientes.
Lo recuerdo paseando por el Balneario Municipal. Su trágico accidente nunca borró el niño y su sonrisa. Viajó a Estados Unidos para proseguir su proceso de recuperación e ingresó a una organización internacional de artistas minusválidos, lo que le permitió proseguir sus estudios de arte.
Su estilo pictórico gira en torno a la pintura figurativa, habiéndose asomado a la abstracción y, pese a su permanencia en Norteamérica, sus paisajes aún conservan la impronta nortina. Su lección de vida nos hace sentir la fuerza de la vocación artística que vence todos los obstáculos para comunicarse y nos convence qué la fuerza del espíritu que habita el cuerpo como en un templo, permite revertir limitaciones físicas que parecen insuperables.
Gozaba ya de independencia profesional, radicándose en el país del Norte y visitando Antofagasta de vez en cuando. Recibí su visita en mi taller del LEA presentándoselo a mis alumnos como ejemplo de una defensa personal de la vocación. Ibar ya era un pintor.
Su última exposición en nuestra ciudad fue en la Sala Viva de la Biblioteca del Mall.
La vida de Ibar nos recuerda que la vocación no es un adorno de la personalidad, es evidente que es un don y energía que fluye para comunicarse más allá de los accidentes del comunicador.
Ibar Benavides y sus sueños viven hoy en la plenitud del espíritu que sopla donde quiere.
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Waldo Valenzuela, pintor