Acciones más que buenas intenciones
Si cambiáramos los buenos deseos por actos de misericordia y amor, tendríamos un mundo mucho mejor. Hoy más que nunca se requiere predicar buenas nuevas a los abatidos, vendar a los quebrantados de corazón y publicar libertad a los cautivos, y a los presos, apertura de la cárcel.
Cuando el mundo cristiano celebra la Natividad del Hijo de Dios en la tierra, las buenas intenciones y deseos proliferan por todo el mundo y despierta en los corazones un espíritu de paz y amor, pero en su gran mayoría son sólo buenas intenciones.
El fin de semana destacaron dos actividades coincidentes con el verdadero espíritu navideño, donde sobresalieron las acciones más que buenos deseos. Y se pudieron ver a la organización católica "Carrete con Cristo" y voluntarios de la Iglesia Evangélica Ejército de Salvación realizando almuerzos para las personas indigentes de Calama.
Esa debiera ser siempre la Navidad, donde se pueda demostrar el amor por quienes más lo necesitan, tal como lo relatan las Sagradas Escrituras, cuando Dios se hace hombre para salvación de toda la humanidad con un ejemplo claro de amor, humildad, sencillez y servicio.
Un mensaje esperanzador que derrumba nuestros prejuicios y orgullos. Tal como lo dijera el escritor antofagastino, Antonio Skármeta: "En un mundo donde todos los hombres quieren ser dioses, tú eres un Dios que se hizo hombre".
Aunque los "fariseos" de estos días dirán que la salvación no es por obras, es necesario agregar que el creer a Dios sin obras es algo muerto. Y Santiago en el libro sagrado precisa: "Uno podrá decir: Tú tienes fe, y yo tengo hechos. Muéstrame tu fe sin hechos; yo, en cambio, te mostraré mi fe con mis hechos".
Hoy más que nunca, se requieren de acciones más que palabras y buenas intenciones. En medio de una sociedad donde la verdad y el discurso está en entredicho, la
gente espera hechos, medidas, resoluciones, acciones, gestos que puedan nuevamente llevarnos a volver a creer.
Aunque no todos creen en el nacimiento de un Salvador venido desde lo alto para salvación de la humanidad, con el propósito de volver a relacionarnos, como hijos, con el Padre; sin duda, este acto de amor ocurrido en un pequeño pueblo de Belén, ha trascendido a toda la humanidad, donde un Rey, un Señor, un Salvador, nace dentro de un establo, en un pesebre, envuelto en pañales, por amor a todos los hombres.