Emiliano Monge se sumerge en la violencia más profunda
Con los cuentos de "La superficie más honda", el escritor mexicano vuelve a hurgar en la brutalidad de una sociedad que desconfía de todo y usa ese misma rudeza para soportar sus cataclismos.
"Todo ha sido muy raro", dice Monge, sentado en el mismo estudio donde lo sorprendió el sismo y que desde esa fecha ha sido su refugio para seguir la contingencia por internet.
-A Juan Villoro lo pilló nuestro 27F, 8.8 Richter, en Santiago, y escribió: "Es fácil recelar de quienes hacen teorías exprés ante los escombros. ¿Hasta dónde es posible reconstruir la experiencia del espanto sin distorsionarla con argumentaciones ajenas a lo que se vivió como caos y marasmo?".
-Parece que lo hubiera escrito después del terremoto que pasó acá y ver el trabajo de Televisa.
-¿Cree que los medios pudieron contribuir a la sicosis que derivó en saqueos y balaceras?
-Aquí eso no pasó. Es la primera vez que sucede algo tan importante en México donde los medios tradicionales quedan bastante orillados. Las noticias se difundieron internet y Twitter fue el principio básico de organización en los días siguientes al temblor.
Monge dice que la reacción frente a la catástrofe le indica que la sociedad mexicana no está tan acabada. Harto de la corrupción, el escritor que probablemente más se ha adentrado en la violencia local en su generación, ya no confía en la clase política. A Andrés López Obrador, por quien reconoce que sintió simpatía, no le perdona que se rodee con gente que no debería estar cerca de alguien que quiere cambiar a México. Aunque no tenga chance de triunfar en las presidenciales del 2018, su candidata es María de Jesús Patricio, del Congreso Nacional Indígena, "porque no va a ganar ni lo pretende, sólo quiere demostrar que hay otra forma de hacer política".
-En los cuentos de "La superficie más honda", varios personajes sufren por la fragilidad de las reglas del juego o de las convenciones sociales en México.
-México es un país sin reglas del juego. Había un contrato social que caducó y ahora hay una supervivencia y quizás reglamentos diversos, según la región, según el poder dominante real en una zona, es decir, no hay un amparo a las reglas del juego. Cualquiera puede voltear el tablero como hacíamos de niños cuando estábamos jugando e íbamos perdiendo.
-¿Por eso sus personajes reniegan del conducto institucional para enfrentar el miedo y la violencia?
-No es que renieguen, es que no existe. México es un país donde el Estado no controla altísimos porcentajes del territorio, que son gobernados por el crimen organizado y por el narcotráfico. Pero no hay una negación frontal. Es simplemente actuar obligados por el vacío de la legalidad y la legitimidad. La violencia ha permeado todo. Hace mucho tiempo que en México la gente pasó de estar viviendo a estar sobreviviendo.
-¿Ve que esta violencia se expande por América Latina?
-Por supuesto. "La superficie más honda" hace referencia a la violencia, pero no frontal. La violencia es más un ecosistema, una especie de bruma que lo rodea todo y que entonces modifica las reglas del juego porque, por más que uno quiera y obliga al consciente a persistir, el inconsciente es secuestrado completamente por ella. Además, sabemos que en cualquier momento la violencia puede aparecer de la nada y que la primera de todas no es la que sale en la primera plana perpetrada por el crimen organizado: la violencia más profunda en Latinoamérica es la desigualdad. No hay mayor violencia que la desigualdad y somos un continente profundamente desigual.
-Frecuenta la violencia en sus obras. ¿Cuáles son sus referencias, la crónica roja?
-No soy lector de crónica roja ni me inspiro en ella. Me interesaba en este caso abordar de una manera diferente la violencia. En la primera novela que trabajé la violencia, "El Cielo Árido", resultó muy tosco. La violencia estaba toda depositada en el personaje. En "Las Tierras Arrasadas", que es una historia de inmigrantes centroamericanos, la violencia es el devenir de los personajes y el lugar que atraviesan. En estos cuentos, es una especie de bruma. Me interesaba hablar de violencias más íntimas entre los seres humanos, las que no se representan por el acto violento, sino que por las consecuencias que deja o lo que permite que se dé el acto violento. En todos los casos, los cuentos empiezan y terminan de repente y me interesa eso: la violencia está acechando, nos está mirando desde afuera y en algún momento entra. Son violencias como el silencio de una pareja que se va a vivir a un pueblo y nadie le habla. El acto violento estará antes o después, no se sabe.
-¿Tiene un costo personal o emocional para el escritor introducirse en la violencia?
-Me pasó sobre todo con "Las Tierras Arrasadas". Es difícil hacer ficción de un tema que está tan presente, que está sucediendo ahora mismo, del que están escribiendo crónicas, un tema que por naturaleza pareciera ser territorio del periodismo. Es difícil poner una distancia y yo traté de hacerlo
-¿Y ahora con estos cuentos?
-Es una cuestión totalmente distinta, porque los cuentos son ficción pura, salvo uno de ellos, el del muchacho que le queda una ojiva en la mandíbula y que nadie lo quiere operar, que es un caso que sucedió en el norte de México. Un amigo que no me creía descubrió que incluso había un caso idéntico en Colombia.
-¿Cómo se las arregla para tomar distancia?
-Uno tiene que poner una especie de salvavidas que es difícil de explicar. Hay una distancia que me logro poner entre la violencia al escribirla y el sentimiento. Son cuentos que son más duros para el lector que para mí. Sin lugar a dudas. Esa distancia es el narrador que uno construye. Siempre trato de poner mucha distancia entre mis opiniones y mi forma de ser y el narrador construido para cada historia. Ese filtro ayuda a distanciar y me anestesio mientras escribo.
-En el cuento "Mejor hablemos de mí", la escritora que lo protagoniza dice que "hoy lo que importa es saber desnudarse, mostrarle al mundo el alma, el espíritu propio... yo soy la que interesa al lector". Más allá del sarcasmo, ¿hay demasiada vanidad entre los escritores jóvenes?
-Esa vanidad ha estado siempre. El problema real o lo que quería hacer en ese cuento, era más por la autoficción impresa en libros. El narrador es el personaje más importante de la historia y la autoficción ha deslavado eso. Hay autoficción buena y mala. Igual que la narco novela. Pero la inmensa mayoría es mala. Y la mala siempre comparte una misma característica: no hay una construcción del narrador y uno reconoce la voz del escritor como si lo estuviera escuchando a hablar en una conferencia o como si lo estuviera escuchando hacer un chiste con los amigos. Esa pérdida del narrador le hace mucho daño a la literatura. Por otro lado, las autobiografías han existido siempre. Ya la misma necesidad de poner un nombre distinto, porque nos da vergüenza decir que hacemos autobiografías a los 25 o 30 años, es un síntoma claro del tema que estoy diciendo. Es absurdo pensar que antes de la literatura está el escritor.
-Su reporteo se parece al que hizo Bolaño para preparar la secuencia de crímenes de "2666" ¿Cómo es su relación con él y su obra?
-Es una referencia para cualquier escritor que lo haya leído. Hay escritores que tienen el poder de llegar más allá de los lectores. Hay autores que además de generar una especie de conexión con el lector, también genera una conexión con el lector-escritor. Ni siquiera tienes que ser consciente de ella. Yo no soy consciente cuando escribo de lo que tomo de Rulfo, de Bolaño o Cormac McCarthy. ¿Qué nos hace pensar que McCarthy no es un escritor de frontera de México? El idioma, nada más. Y una de las novelas más grandes de México del Siglo XX es "Bajo el Volcán", que está escrita en inglés y la escribió Malcolm Lowry. Para mí Bolaño es un escritor mexicano, también chileno. No me interesa la patria que tenga.
"La superficie más honda"
Emiliano Monge
Literatura
Random House 254 páginas
$12.000
Por Daniel Gómez Yianatos
Una amiga de toda la vida de la esposa del mexicano Emiliano Monge perdió todo hace un mes. El edificio completo donde vivía se derrumbó en el terremoto del 19 de septiembre. La mujer tomó a sus hijos y llegaron con lo que tenían puesto a la casa del autor de "La superficie más honda" (Literatura Random House). Hoy siguen ahí. Recién esta semana los niños volvieron a clases.
Alejandro Cruz Atienza
"La violencia
es más un ecosistema, una especie de bruma que lo rodea todo (...) la violencia más profunda en Latinoamérica es la desigualdad".
"Hay autoficción buena y mala
(...) Y la mala siempre comparte una misma característica:
no hay una construcción
del narrador".