Una novela corta con una protagonista sin nombre
Antonia Torres vive en Valdivia y acaba de presentar "Las vocales del verano", un libro que indaga en los paseos y desastres de una mujer que regresa al balneario de su infancia.
En la primera imagen, se entretiene revisando los libros que su padre leyó y subrayó. Mientras elude el trabajo, emprende paseos por el litoral (que tampoco tiene nombre) llenos de silencio, recuerda a su padre y otras épocas de ese balneario, en verano y cuando era niña. En esos paseos conoce a Rubén, un antiguo amigo de esos veranos. Entre ellos se desarrollará una historia que llevará a la protagonista a cambiar por completo el rumbo de su estadía en el balneario.
Antonia Torres, la escritora de "Las vocales del verano", vive en Valdivia, ha publicado poesía desde 1999 y es también académica, pero esta es su primera incursión en la narrativa. Como parece anticiparse de la portada del libro, la novela se entrega al paisaje que rodea a la mujer sin nombre y al viaje que emprende cada vez que recorre el litoral. De esos paseos afloran los recuerdos de su padre, de su amigo y de las tragedias que la han acechado.
-¿Cómo fue el proceso de escritura de la novela? ¿Qué tan distinto fue a tus otros libros?
-Alejandro Zambra, en la presentación del libro, dijo algo que me hizo sentido: mi novela, en el fondo, era la continuación de un diálogo con la literatura que había comenzado desde la poesía. De hecho, cuando escribí el primer párrafo de lo que se convertiría en la novela, no sabía qué era, pero tampoco me preocupó. La escribí un poco espontáneamente. No es que hiciera un salto consciente a la narrativa; de pronto la historia comenzó a tomar forma y decidí contarla de una manera tradicional.
-El libro tiene varias citas o referencias a otros poemas y obras. ¿De qué manera esas citas moldearon la escritura de tu novela?
-La literatura que más me interesa es aquella que habla sobre la literatura. No me di cuenta de ello hasta muy tarde, pero quise incorporarlo en mi propia literatura. Y lo que pasó es que había ciertos momentos en la novela que evocaban ciertas ideas o atmósferas y de pronto recordaba ciertos versos. Por ejemplo, cuando la protagonista se recupera de una resaca, se da una ducha y se siente mejor que nunca, a pesar de que viene saliendo del infierno. Fue ahí cuando me acordé de ese verso de Javier Bello: "Como un Cristo recién salido del baño". Ese es un verso de un poema que tiene como cien versos. La literatura, entonces, llegó a llenar un vacío en esa trama.
-Una de las citas que usas es de Natalia Ginzburg. Ella dice que el silencio es "una enfermedad mortal". ¿Hay una especie de batalla en tu novela entre aquello que se calla y lo que se habla?
-Hay siempre una especie de oscilación de aquello en la literatura, pues, como todo arte, funciona con claros y oscuros. Y de algún modo la literatura se la juega por lo que dice, pero también por lo que calla. Por eso "Las vocales del verano" es una novela corta, minimalista en su estética y en sus recursos, porque es una novela sugerida, que debe completar el lector. Y, a la vez, posee el silencio que busca la protagonista, yendo a esos lugares a entenderse a sí misma y un poco intuitivamente a buscar su pasado.
-Tampoco se dice mucho sobre la playa de la novela y menos se dice sobre el nombre de la protagonista. ¿Te interesaba jugar con esa falta de información?
-Honestamente, no soy muy programática en mi escritura y en muchos casos uno no sabe por qué hace esas cosas. A veces creo que el arte y la creación tienen esa cosa terapéutica en la que después sale uno pillado. Uno dice "ahhh, por eso escribí eso". Yo no fui muy consciente en este caso, aunque creo que sí tiene una razón: el uso de la tercera persona del narrador tiene el sentido de distanciarse de sí mismo. La novela tiene elementos autobiográficos, obviamente, pero quería marcar esa distancia para hablar elípticamente de mí misma.
-La protagonista viaja a este balneario, dice al comienzo, para trabajar, pero lo que más hace es salir y caminar. ¿Crees que hay una vinculación entre deambular y trabajar, un cierto contrapunto entre estar en casa y salir?
-A mí me interesa mucho la práctica del caminar y del paseo. Mi familia y yo vivimos en Europa en un pequeño departamento de un sexto piso. Salíamos a caminar mucho, porque, si no, nos volvíamos locos dos adultos con dos niños pequeños encerrados, y eso se volvió en una práctica. Creo que pensar es un caminar, pues el pensamiento es una forma de desplazamiento. En la novela tiene un contrapunto, porque cuando uno camina emprende un viaje, aunque sea pequeño. En esas caminatas la protagonista encuentra un cadáver, en otra tiene un encuentro sexual. O sea, le pasan cosas. Salir es tentar al destino a que le sucedan cosas.
-Una de las cuestiones que resalta es la distancia entre el lenguaje de la protagonista frente a los demás. De hecho, en una parte ella se cuestiona que un hombre diga "estamos listos", cuando habla solo una persona.
-Ella quiere distinguirse todo el tiempo. Se supone que el hombre que conoce es sencillo, rural, aunque uno nunca puede estar tan seguro, porque la novela se sitúa desde el prejuicio de la protagonista. Y el lenguaje, o la lengua es algo que los separa y une a los personajes también. Ella se diferencia de él, pero descubre que son parecidos. Es un poco como esa cosa chilena negacionista en la que nadie es mapuche. La gente no se reconoce como mapuche ¡y resulta que el ochenta por ciento de los chilenos tiene ascendencia mapuche!
-¿Qué rol crees que debía cumplir el paisaje en la novela?
-Creo que tenía que ser un poco el lugar común. Es un poco cliché, ¿no?, la de la vida retirada, retirarse al balneario. Hace unos días apareció una crítica que decía que el paisaje o lo exterior de la novela eran un espejo de las interioridades del personaje. Y en ese paisaje la protagonista busca su historia y su origen, y también se da cuenta de que ese origen tiene un montón de capas de tiempo. Hay lugares donde ella accede que son atemporales. Así como el paseo no es casual, el paisaje tampoco, porque a ella ambos la invitan a reflexionar sobre el propio pasado.
Antonia torres es poeta y académica. "Las vocales del verano" es su primera aparición en la novela.
"Las vocales del verano"
Antonia Torres Random House
112 páginas
$10.000
Por Cristóbal Carrasco
La protagonista de "Las vocales del verano" (Literatura Random House) no tiene nombre, pero es sencillo reconocerla. Es una mujer acomodada, que ha viajado a su balneario de infancia en invierno a retirarse y trabajar en un proyecto del que no se habla mucho.
Lorena Palavecino/Penguin Random House