Bolaño en las azoteas de la ciencia ficción
Este mes una nueva recuperación póstuma de Bolaño aterrizó en librerías. Se trata de "El espíritu de la ciencia ficción" (Alfaguara), una novela envuelta en la nostalgia por los amigos, los amores y el callejeo.
La novela "El espíritu de la ciencia ficción" exuda el tono de Bolaño. La empezó a escribir a comienzos de los ochenta, en la distancia que le impuso Gerona y la terminó en 1984, en Blanes. Aparece el mismo entramado de "Los detectives salvajes", los mismos jóvenes de camisetas azules destrozadas, que viven en azoteas y duermen en colchonetas.
Se reconocen los días fantasmales de un chileno que todavía le dice paltas a los aguacates. Un trasplantado en la capital azteca que coincidirá con princesas y esqueletos.
Los personajes principales son dos: Jan Schrella de 17 años, "propenso a caer en olvidos y abandonos", escritor de ciencia ficción. El otro es Remo Morán, de 21 años, trabaja entre un suplemento cultural y una revista de pseudociencia. Entre ambos quiere despejar un enigma: por qué hay tantas revistas de poesía en el DF.
Aproximaciones
El prólogo de esta nueva novela lo escribió el historiador y ensayista mexicano Christopher Domínguez Michael, gran conocedor de Bolaño, quien cree que "Los detectives salvajes" es acaso la mejor novela escrita sobre México desde "Bajo el volcán" de Malcolm Lowry.
Sus recuerdos del DF a mediados de los setenta son los de un chico de trece años que, curiosamente por esos días, leía a algunos de los autores de ciencia ficción que menciona Bolaño en la novela: Robert Silverberg, Ursula K. Le Guin y Philip K. Dick formaban parte de sus lecturas que luego abandonó, sin saber por qué, entrando a la adolescencia cuando se dedicó a lecturas "más serias", dice enfatizando las comillas.
-¿Cómo se integra este trabajo al entramado narrativo de Bolaño?
-Es una obra rica y muy compleja, germen de "Los detectives salvajes". En ella aparece el interés de Bolaño por la vida en comunidad del joven escritor. Está la experiencia del taller literario y toda esta como comedia de la iniciación sexual del personaje que no se vuelve a ver en el resto de su obra.
-¿Cómo se explica el que no la haya publicado en vida?
-Si fuera un escritor normal, como cualquiera de nosotros, la hubiera publicado y muy probablemente se la hubieran editado porque es una novela, yo creo, terminada. Pero bueno, las exigencias que él tenía sobre su propio trabajo eran muy altas, y por eso llegó tan lejos. Algo vio, no sé por qué no la publicó, a lo mejor no pudo, o quiso esperar. No podemos saber tanto ni tampoco es tan necesario, el caso es que, seguramente, no la consideró del todo madura.
-¿Qué lugar ocupa Bolaño en el canon?
-Es evidente que es uno de los grandes escritores de este cambio de siglo. No sé, porque desconfío de las opiniones que dan los contemporáneos -o sea nosotros, los de su propio tiempo-, no sé si es el fin de una tradición o el principio de otra. No lo puedo saber, pero él resolvió una serie de problemas que tenía pendientes la literatura latinoamericana y abrió nuevos caminos. Además su recepción internacional es una prueba de que supo hacer de sí mismo un clásico moderno.
-¿Por qué Bolaño nunca regresó a México?
-Me atengo a lo que él decía, que México era para él una especie de paraíso perdido y quizás prohibido. Pero bueno, estoy casi seguro de que si no hubiese muerto tan joven, hubiera acabado por regresar.
Lo póstumo
Con su humor de siempre, Bolaño decía que la palabra póstumo le sonaba a nombre de gladiador.
Para el crítico literario Rodrigo Pinto "lo póstumo" en el caso de Bolaño va por quienes: "saludan con entusiasmo todo lo publicado, y los que refunfuñan por la publicación de obras que su autor no quiso publicar en vida, que no agregan nada a un mapa literario". Por su parte, el crítico Álvaro Matus cree que "hay material póstumo que vale la pena y otro que no es más que una nota al pie respecto de lo que el autor hizo en vida". Aunque Matus aún no lee "El espíritu de la ciencia ficción", admite que "no me parece ignominioso si los herederos de Bolaño deciden sacar libros malos, puesto que él mismo publicó novelitas muy malas estando vivo. Basta con decir Amberes", resume.
Lorena Amaro, crítica literaria y académica de la PUC, cree que las publicaciones póstumas pueden ser muy valiosas para los críticos y académicos si la edición es cuidadosa. En "El espíritu..." ve tres niveles narrativos muy disímiles en calidad que si bien anuncian muchos de los temas y técnicas de Bolaño, están todavía muy deshilvanadas. "Pienso que Echevarría hizo un buen trabajo en su momento. No deja de ser inquietante que la mejor novela en español de los últimos 25 años, según El País, sea "2666", una edición póstuma, rematada precisamente por Echevarría", apunta desde Barcelona.
Para el escritor Roberto Brodsky "la literatura póstuma es muy rica en contenido biográfico ya que admite el error y promueve el borrador. La narración no cree en su propia posteridad y olvida las buenas costumbres". La escritora editora de Los libros de la mujer rota, Claudia Apablaza, confiesa que le ha costado avanzar en esta nueva novela: "Siento que le falta una reescritura final, eso que hacen los autores una vez que dejan reposar el texto y lo retoman tiempo después. Le falta coherencia, cuesta agarrarlo. Ahora bien, como es Bolaño, sí disfruto mucho de su prosa, como siempre, y las microhistorias que van apareciendo".
"El espíritu de la Ciencia Ficción" se recuperó del archivo personal de Roberto Bolaño.
Por Amelia Carvallo A.
También hay otras tramas como los atisbos a Santa Bárbara, en el sur de Chile, donde está la Academia de la Patata de la Universidad Desconocida y su director, el doctor Huachofeo.
Domínguez admite que "El espíritu..." le gustó mucho, pero que no fue una lectura inocente ya que inevitablemente la puso como una pieza de un rompecabezas conocido.
"Se reconocen los días fantasmales de un chileno que todavía le dice paltas a los aguacates. Un trasplantado en la capital azteca que coincidirá con princesas y esqueletos".
"Los personajes son Jan Schrella de 17 años, "propenso a caer en olvidos y abandonos", y Remo Morán, de 21, que trabaja en un suplemento cultural mexicano".
Daniel Mordzinsk (PUC)i