Hace unas semanas, Margherita Aurora, profesora básica de un pequeño pueblo italiano, se sorprendió al corregir la tarea de Matteo de 8 años. Los alumnos de tercero básico debían colocar adjetivos a diferentes palabras. Y Matteo aplicó a una flor -"fiore" en italiano- el adjetivo "petaloso" para explicar que está llena de pétalos. La palabra no existe en italiano, por lo que Margherita la señala como incorrecta. Pero escribe en un círculo rojo: "¡Qué bello error!".
La profesora piensa que quizás Matteo pudo haber inventado una nueva palabra y, luego de explicar a sus alumnos para qué sirve la Academia de la Lengua, ayudó a Matteo a escribir una carta a la "Academia della Crusca" (el instituto nacional para la salvaguarda del italiano, equivalente a la Real Academia Española), solicitando que acepten esta palabra.
A los pocos días, María Cristina Torchia, consejera lingüística de la Crusca, responde: "Querido Matteo: la palabra que has inventado es una palabra bien formada y podría ser usada en italiano. Pero, para que una palabra nueva pueda entrar en el vocabulario, no es suficiente con que sea conocida y usada solo por quien la ha inventado, sino que se necesita que la usen muchas personas y que muchas personas la entiendan".
La lingüista termina aconsejando al niño: "Si logras difundir tu palabra entre muchas personas y muchas personas en Italia comienzan a decir y a escribir 'Qué petalosa(o) es esta flor' entonces "petaloso(a)" se convertirá en una palabra más del italiano".
Margherita entonces lanza la historia por las redes sociales y la palabra se hace ampliamente conocida; hoy es tendencia en internet. El vocablo llegará al diccionario italiano, Matteo se ha hecho famoso y ha sido felicitado incluso por el Primer Ministro de Italia, su tocayo Matteo Renzi, quien escribió en Twitter: "Gracias al pequeño Matteo, gracias a la Academia Crusca. Una historia bella, una palabra nueva, "petaloso".
Nosotros también celebramos la imaginación de Matteo, pero nos inclinamos, reverentes, ante Margherita Aurora, la profesora que vio en el "error" una oportunidad para la fantasía, que supo despertar y darle rienda suelta a la creatividad de su alumno y que le dio alas para que su inspiración diera la vuelta al mundo entero. Como ella misma escribiera en su cuenta de Facebook el lunes pasado: "Esto vale más que un millar de clases de italiano".
Adriana Balter,
Facultad de Educación, U. Andrés Bello