"Las mineras no tienen planes de largo plazo con las comunidades y eso tiene que cambiar"
Estudiantes y egresados de la Universidad Arturo Prat de Calama tuvieron la oportunidad de conocer sobre las nuevas formas de hacer economía, las que se enfocan más allá del esquema de mercado típico de maximizar utilidades y minimizar costos, y se centran en valores como la dignidad humana, la solidaridad, la sostenibilidad ecológica, la empatía y la justicia social.
Nuevos modelos sobre los que expuso el director de Proyectos de Proqualitas, Gerardo Wijnant, en su reciente participación en el Cuarto Encuentro de Egresados de Unap-Calama, donde ofreció la charla "Economía, Bien Común y Comercio Justo", que engloba diferentes maneras de enfrentar la realidad económica, pero siempre desde una perspectiva enfocada en las personas.
¿De dónde surgen estos nuevos paradigmas económicos?
De la gente, de agrupaciones de personas y las empresas grandes han tenido que irse adaptando, de alguna manera, a esta nueva realidad y lo difícil es que algunas no captan y no entienden que el mundo está cambiando y en todos los ámbitos.
Entonces, la dinámica, la lógica de la gran empresa tiene que comprender que las maneras de producir y de actuar tienen que estar más ligadas a las necesidades de las personas, siendo más responsables, más conscientes, que se preocupen del origen de los productos, que las materias primas no resulten de un proceso extractivo abusivo de los recursos, que no haya explotación infantil, discriminación por género u orientación sexual. Todas estas realidades, con más respeto por las personas y el entorno, se están expresando y cada vez más.
Hoy las empresas están más expuestas a la crítica por el rol que juegan las redes sociales. ¿Eso también fomenta al cambio?
Por su puesto, al estar más expuestas a la crítica y al haber más transparencia, porque se detectan más fácilmente los problemas, las obliga a tomar muy en cuenta la opinión de los consumidores y en sus evaluaciones habituales de proyectos, de desarrollo de productos, considerar en qué está pensando el ciudadano, el consumidor, qué necesidades tienen las comunidades. Yo no puedo seguir produciendo algo sin importarme nada lo que pase a mi alrededor.
¿Las empresas que entienden este cambio tienen más oportunidades?
Absolutamente y es más, hay políticas públicas en Europa con lo que dice relación con determinadas importaciones, en que los gobiernos privilegian o rebajan aranceles de importación a empresas que trabajan bajo estos esquemas de sostenibilidad o nuevas economías.
No basta respetar la normativa, las empresas tienen que apuntar más allá.
En cualquier país la normativa legal es lo mínimo exigible y es un escándalo que se transgreda porque afecta el bien común, y esto va mucho más allá, porque tiene que ver con relaciones de empatía, de respeto y dignidad, que son difíciles de legislar, no se puede legislar la empatía o sobre los afectos que se generan, es una condición de voluntariedad, pero los lleva un desarrollo más perfecto. Además las leyes, muchas veces, son laxas y poco profundas en algunos aspectos y hay otras que han sido diseñada a la medida de ciertos capitales.
¿El Gobierno, entonces, tiene mucho qué decir para favorecer estos círculos virtuosos?
Sí, generando políticas de fomento que faciliten el acceso de estas empresas orientadas hacia el bien común, al comercio justo para acceder a mejores y mayores mercados. En general, las empresas de comercio justo corresponden a organizaciones, cooperativas, que tienen como objetivo generar un mejor desarrollo de pequeños productores. Entonces puede ser una gran empresa, una viña que trabaja con pagos más adecuados, con un compromiso a largo plazo con los productores a los cuales le compra uva y se genera un compromiso a largo plazo.
¿Cuándo hablamos de asociatividad entre empresas y comunidades seguimos esta misma lógica?
Es parte de este mismo esfuerzo, cómo lograr un mayor desarrollo local para que las comunidades se integren adecuadamente. Por ejemplo, las mineras tienen una oportunidad de trabajar asociativamente, con energía, y hacerse socios de las comunidades y ya no trabajas con la típica responsabilidad social de tener un proyecto en una comunidad, con una compañía X entregando recursos, ese proyecto falla y se generan más recursos hasta que la comunidad siga protestando. En vez de eso es mucho mejor generar esta asociatividad, porque cambia la relación de explotador-explotado a socios.
¿Conoce algunos ejemplos en que la minería se ha acercado a esta nueva forma?
En la minería hay proyectos que tienden a generar valor en las comunidades, hay un trabajo, pero creo que falta lograr asociatividad con los grupos comunitarios, que realmente se sientan en un esquema sostenible y no tener la necesidad permanente de tener flujos de dinero desde la minería a estos grupos en actividades que son desconectadas o inconexas versus entregar servicios, trabajar realmente asociativa. Las mineras no tienen planes de largo plazo con las comunidades y eso tiene que cambiar a una mirada de asociatividad.
Se hace además un uso más eficiente de esos recursos
Por su puesto, porque si tú generas un programa colaborativo de más largo plazo, la rentabilidad y la sostenibilidad de ese proyecto para delante será mayor, no tiene sentido la mirada de corto plazo.
"La lógica de la gran empresa tiene que comprender que las maneras de producir y de actuar tienen que estar más ligadas a las necesidades de las personas". "Si tú generas un programa colaborativo de más largo plazo, la rentabilidad y la sostenibilidad de ese proyecto para delante será mayor, no tiene sentido la mirada de corto plazo".
entrevista. Gerardo Wijnant, El director de Proyectos de Proqualitas: