El sueño de un hombre por mover sus brazos
Avance. Erik Sorto (34) lleva 13 años inmovilizado desde el cuello hacia abajo. Y hace dos años recibió un implante de un dispositivo en el cerebro, que le permitió incluso tomar cerveza por sus propios medios.
Tuvieron que pasar 13 años para que Erik Sorto, un hombre que está paralizado desde el cuello hacia abajo, pudiera cumplir el sueño de volver a manipular cosas por su propia cuenta. Y esta semana lo logró.
El hombre tetrapléjico, de 34 años, logró controlar un brazo robótico con el pensamiento. Sorto perdió la movilidad de su cuerpo hace más de una década, producto de un tiroteo en el que una herida de bala en el cuello lo dejó inmovilizado. Él se convirtió en la primera persona que puede controlar un brazo biónico desde la zona del cerebro que genera las intenciones.
Pero científicos del Instituto de Tecnología de California, de la Universidad de California del Sur y del centro de rehabilitación Rancho Los Amigos, de Downey, California, lograron lo que parecía imposible: que Sorto pudiera manipular un vaso, acercarlo a su cara y tomar cerveza.
Los resultados del desarrollo tecnológico de estos científicos fueron publicado esta semana por la revista Science. La mayor innovación de este nuevo brazo robótico es que quien lo usa puede controlarlo mentalmente a través de las señales que envía un dispositivo que fue implantando en la corteza parietal posterior del cerebro de Sorto, que es la zona que planifica e imagina las actividades que realizamos.
Según explicaron los especialistas, los dispositivos para controlar brazos robóticos generalmente se implantan en la corteza motora, que es la zona del cerebro encargada de ejecutar los movimientos. Sin embargo, esos brazos biónicos funcionan con movimientos retardados y poco ágiles. Es por eso que los científicos experimentaron y lograron conseguir un tipo de movimiento mucho más fluido en este nuevo dispositivo.
"Decodificamos el movimiento imaginado, y el miembro lo ejecuta", explicó Richard Andersen, un neurocientífico del Instituto de Tecnología de California.
El desarrollo funcionó tan bien que Sorto incluso puede jugar al "cachipún" con el brazo que controla con el pensamiento.
"Cuando uno mueve un brazo, realmente no piensa qué músculos activar y los detalles del movimiento, como levantar el brazo, extender el brazo, alcanzar el vaso, cerrar la mano en torno al vaso, y así sucesivamente", afirmó Andersen.
"En cambio, uno piensa en el objetivo del movimiento. Por ejemplo: 'Quiero agarrar este vaso de agua'. Así que, en este experimento, fuimos capaces de decodificar estas intenciones pidiéndole al sujeto que simplemente imagine el movimiento como un todo, en lugar de dividirlo en una miríada de componentes", añadió el científico.
Sorto recibió el implante cerebral en 2013 y desde entonces ha estado practicando sus movimientos en el centro de rehabilitación Rancho Los Amigos. Ello, porque el brazo no está adherido a su cuerpo, por lo que ha debido aprender a utilizarlo.
Sorto contó que se sorprendió con lo fácil que fue manejar el brazo, que pudo mover apenas dos semanas después del implante. "Bromeo diciendo que quiero ser capaz de tomar mi propia cerveza a mi ritmo (...) Creo que si fuera suficientemente seguro, me encantaría cuidar de mí mismo: afeitarme, cepillarme los dientes. Realmente extraño esa independencia", dijo el primer hombre que movió un brazo biónico con la mente.