La centralización geográfica se da no sólo en Santiago, sino que en todas las regiones del país. Y creemos que principalmente por el descuido de realizar inversiones en sectores más apartados.
Puede que la lógica de la evaluación para apoyar determinados proyectos que se miden por el número de personas que beneficiará para ejecutarlos, no sea el más adecuado, porque siempre estará beneficiando a las ciudades más grandes.
Este sistema de evaluación condena a las pequeñas localidades o villorrios a vivir toda la vida postergados.
Y de esta manera vamos 'matando' tantos poblados de nuestras regiones, desincentivando vivir en zonas apartadas por estar carentes de recursos.
Esto se visualiza claramente cuando miramos el aspecto educativo, donde cada vez existen menos colegios en poblados rurales. Se considera un mal negocio, lo que termina obligando el éxodo de la población más joven a las ciudades, y finalmente a toda la familia.
Los poblados, aunque tengan 10 habitantes, también necesitan energía eléctrica, agua, educación, salud y otros servicios básicos para funcionar.
De allí que el desafío que realiza la pequeña -en población- comuna de Ollagüe por tener un liceo para sus alumnos se convierta en todo un desafío y en una tarea casi titánica.
Se hace necesario entonces, poder modificar ciertos parámetros para pavimentar calles, para invertir en servicio, para construir viviendas.
Pequeñas localidades ubicadas al interior de la provincia también requieren de la inversión y el esfuerzo comunal para reactivarlas y no dejarlas morir.
Las tradiciones en algunas de ellas, han podido más que la modernidad, y es así como se sostienen en el tiempo sobreviviendo al abandono y al poco progreso que se advierte en ellas.
Es necesario que las autoridades regionales también amplíen la mirada y no sólo centren sus esfuerzos en Antofagasta y Calama, y puedan considerar en el desarrollo de la zona a pequeñas localidades que día a día luchan para no desaparecer.