Pensar en agricultura en la región de Antofagasta puede parecer imposible, pero la cultura atacameña la ha desarrollado desde tiempos inmemoriales pese a la aridez y el viento de la zona. Es así como cultivos de alfalfa, maíz, habas, papas moradas y ajos se multiplican en Atacama La Grande. Mientras que zanahorias, lechugas, acelgas, cilantros y rábanos adornan las naves de su hermana, La Chica.
Productos que figuran entre los primeros en producción regional, abasteciendo, ferias, mercados y supermercados desde Arica a Copiapó, luciéndose en las mesas de restaurantes y hogares.
Sin embargo, las bajas temperaturas que se registran en esta temporada tornan las labores agrícolas más difíciles, condiciones extremas de temperatura que descienden con creces de los grados bajo cero.
A esto se suma la escasez de mano de obra, la lejanía de los centros de distribución de maquinarias y el desconocimiento de la existencia de tecnología amigable con el medio ambiente capaz de hacer las labores agrícolas con mayor rapidez y comodidad.
La mecanización
Es por medio de la introducción de maquinarias que el desierto más árido del mundo puede creer en la seguridad alimentaria regional con la cual pueda abastecer el mercado local que posee una población en constante crecimiento y desarrollo. Trabajo que Indap impulsa por medio de la aplicación de un programa que incentiva la adquisición de tecnología, preservando las costumbres originarias del mundo andino atacameño.
La directora regional de Indap, Jeannette Araya explicó que la institución trabaja bajo las directrices del ministerio de Agricultura, promoviendo la innovación. La autoridad regional manifestó que 'estamos empeñados en trabajar la innovación con nuestros productores, incorporando la tecnología necesaria para potenciar y mejorar la actividad agrícola'.
Una acción que se hace carne con el uso de motoimplementos, maquinarias y otras herramientas que hacen más eficiente el trabajo agrícola y que llega a manos de los agricultores por medio de diferentes vías. Una de ella es la labor que realizan los profesionales del programa de Desarrollo Local, Prodesal que ejecuta el organismo estatal principalmente en alianza con las municipalidades.
Estas unidades operativas desplegadas en la provincia y la región recogen esta demanda y hacen el nexo que da vida y vigor a la agricultura atacameña, preservando sus costumbres y tradiciones. Atrás quedan echonas, rastrillos y el arado en caballo o mula para dar paso a una serie de motoimplementos que cortan la maleza, la alfalfa en poco tiempo cuidando la salud de quien la opera, como también el Medio Ambiente.
Una situación que la presidenta de la comunidad atacameña de Santiago de Río Grande, Juana Anza, destaca, señalando que 'aquí vivimos de la agricultura, no de apatronados ni tampoco del aporte de las mineras'. Es más, la representante añadió 'somos una comunidad aislada en la que este programa es de gran ayuda, me siento feliz y contenta por nuestros agricultores, porque cada día más se está fortaleciendo la agricultura para poder sobrevivir con nuestras familias'.
La agricultora de San Pedro de Atacama, Felisa Cenzano, cuenta que con esto podremos trabajar la tierra, cortar el pasto, cuidar los animales, arreglar los terrenos y seguir viviendo de la tierra y sus productos. El asesor de la alcaldesa de San Pedro de Atacama, Hugo Miranda dio testimonio de la felicidad reflejada en los rostros de los agricultores al recibir estos implementos que 'a través del desarrollo de la agricultura familiar se ve potenciada con esta implementación'.
Energía limpia
La búsqueda de otras fuentes de energías para la sustentabilidad de la agricultura en el desierto es otro de los caminos que se exploran para su conservación en respeto y sintonía con sus costumbres y tradiciones. Esta es la ruta que optó Ruperto Ramos, un aventurero agricultor del Ayllu de Coyo que su sólo amor a la tierra lo tiene esperanzado con que este es el año de la primera gran cosecha.
Cinco mil metros cuadrados de cultivos bajo un sistema tecnificado de riego por goteo alimentado por paneles fotovoltaicos que impulsan una bomba que distribuye el agua por cañerías (diámetro). Una técnica que no sólo hace viable el desarrollo agrícola en el desierto, sino que aumenta la rentabilidad y comercialización de la gastronomía atacameña con los sabores y saberes de su tierra andina.
Araya manifestó que en Indap 'estamos incorporando paneles fotovoltaicos para el bombeo de agua y seguiremos incentivando el riego tecnificado para el fortalecimiento de la agricultura atacameña, la que se complementará sin invadir las costumbres locales'. Es más, la ingeniera agrónoma enfatizó que 'desde el nivel central de Indap se está promoviendo la responsabilidad medioambiental, por medio de la elaboración de un programa de gestión que en conjunto con incentivar el uso de energías limpias, apunte a una agricultura sustentable en todos sus aspectos'.
Un encuentro de modernidad y tradición que hace posible la convivencia y existencia de la identidad local atacameña, sus costumbres, comidas, sabores y saberes de una cultura viva en los pueblos del interior de la Segunda región. Una actividad económica que cada día más se está presentando como una alternativa a explorar y cultivar por las nuevas generaciones.
'Estamos empeñados en trabajar la innovación con nuestros productores, incorporando la tecnología necesaria para potenciar y mejorar la actividad agrícola'.
1.870 millones
992 agricultores
'Aquí vivimos de la agricultura, no de apatronados ni tampoco del aporte de las mineras'.
318 millones