"Ser gay no implica ser una persona marginada o triste", dice Fuguet.
Como pocas veces, el lanzamiento de "Sudor" (Random House) de Alberto Fuguet fue una fiesta. Centro Nave fue el escenario escogido. A la fiesta llegaron actores, escritores, unas 300 personas a celebrar la última novela de Fuguet, que dice escribió "para los que son editores; para los escritores en ciernes. Para los que son hijos de. Para los poetas. Para los que son gay y no se sentían reflejados en las narrativas existentes".
Sonaron las Spice Girls, Kylie Minogue y David Bowie, pero fue con "Juntos" de Paloma San Basilio que Alberto Fuguet salió a bailar, dejando el sudor en la pista. No todos bailaron, al mismo Fuguet le costó. Minutos antes, cuando habló de su libro, confesó que no iba a fiestas: "Probablemente no haga otra fiesta en mi vida, pero los invito a bailar, a sudar".
-¿"Sudor" es una fiesta?
-Santiago lo es o lo puede ser. No es un toque de queda ni un convento. Hay de todo. Es diverso y abierto y tú eliges. "Sudor" tiene algo de fiesta continua en que ojalá la leas de una o vuelvas cada vez que puedas a la novela. Como en una gran fiesta, en "Sudor" puede pasar de todo: conocer a alguien, pasarlo bien, toparte con tu ex, vomitar, pelearte con alguien. "Sudor" es grande y me gusta que alguien pueda creer que sea una fiesta.
Con un ritmo vertiginoso que a veces incluso puede cansar, el libro es un viaje interno y por Santiago de cuatro días en el 2013, el último año del gobierno de Sebastián Piñera, escogido a propósito por Fuguet: "Me parecía que la novela era acerca de superficies y de una idea de fin de mundo, de fin de época, y que para ello la administración parecía perfecta. Me atrajo la idea de instalar el libro en el pasado inmediato y en una suerte de jamón del sándwich Bachelet".
Este viaje lo hace Alf, editor con algunos conflictos sentimentales, que en pleno FILSA se tiene que hacer cargo de Rafa Restrepo, el hijo del famoso Rafael Restrepo Carvajal, con quien viene a presentar el libro que tienen en conjunto: "El aura de las cosas". Todo con inspiración a la visita que hicieron en los 90 Carlos Fuentes y Carlos Fuentes Junior, que aunque Fuguet no los conoció personalmente, sí vio el despliegue que se formó por su visita con guardaespaldas y mucho ego: "Es de un prototipo de escritor que sigue existiendo. Hay autores que les fascina el poder, son embajadores o agregados culturales. La novela se centra más en su hijo y eso me fascina más: ser el 'hijo de'; lo que yo llamo 'niños ricos de países pobres', la internacional gay de chicos ricos y guapos y globales; la cultura pop como lenguaje común. Al final tiene algo de homenaje y claramente posee un personaje ficticio adorable que es Rafa Restrepo. Personalmente admiro varios poemas de Carlitos Fuentes Lemus. Lo admiro mucho y me llena de ideas y me provoca. Me parece una lástima que haya muerto tan joven, pero aún así se suma a un grupo de chicos malditos talentosos artistas, tantos de América Latina como del mundo.
-¿Tuviste miedo de desclasificar estos secretos? Más de uno se podía enojar.
-No son secretos; son prácticas y códigos y formas de relacionarse. "Sudor" no es un exposé o una denuncia. Es una mirada a un mundillo. Y por este mundo hablo del circuito gay, por denominarlo así, o ciertas subculturas urbanas, los adictos a las redes sociales, los chefs y los que trabajan en publicidad y marcas y todo lo que se podría decir urbano. Por lo general uno no escribe para otros. Pero en este caso particular pensé: ojalá me lea un tipo gay que circula por Bellas Artes y se reconozca. La sorpresa del espejo; esa es mi meta. Que puede haber algo así como un reconocimiento colectivo y no sólo de los dos targets principales, sino de todos que se sientan urbanos. El Santiago de comienzos del siglo 21 se merecía una novela.
-¿En qué referencias pensaste?
-Dos me ayudaron: cómo se enfrentó Fitzgerald a Manhattan en los 20 y Tom Wolfe a la misma ciudad el 80. Una de las cosas que me llamó la atención de fiestas tipo Hotspot son las fotos de vida social de chicos besándose o abrazados bajo luces de colores quizás, pero muy en foco y con cero miedo o paranoia o vergüenza. Han cambiado las cosas; Iguales (la Fundación) ha remecido esta sociedad. De ahí surge la portada. Capté que uno va a una fiesta open mind y todo es open y sano; y además sabe que el lunes todos no van a estar con sudaderas y shorts sino de traje y pagando sus cuentas online. Eso no me parece lado B. Me parece práctico y sano.
-Con "Sudor", ¿de qué quieres que hablen?
-Yo, como Alf, creo que una novela es capaz de imponer varios temas y esa es la pega y lo genial de una novela: insertar temas y ser un espejo. Quiero que hablen de los personajes, primero. Cuánto tienen de esto o de otro o si uno le recuerda a un amigo o un primo, etc. De cómo ha cambiado Santiago. Que sexo no implica asco y puede ser festivo. Que ser gay no implica ser una persona marginada o triste o complicada, sino que puede ser alguien totalmente feliz y que lo pase bien incluso cuando no está del todo satisfecho. Y quizás también asociar sexo con sexo. Con sudor y con calentura. Me preocupa la despersonalización y la higienización del sexo; el sexo es algo poderoso y debe ser algo oscuro, misterioso, con onda. Cuando el sexo se vuelve tan cotidiano y al alcance de los dedos, se vuelve fome. Me pareció que tenía una oportunidad genial de pasarlo por el cedazo de la literatura. Entre otras cosas, porque es nada más erótico que el lenguaje.
-Muchos de esos olores que describes a veces resultan un poco asquerosos. ¿Es una forma porno olfativa de excitar?
-Jajajaja. Sobre gustos no hay nada escrito, y creo que el olfato sensual es uno adquirido, lo concedo. Más allá de un cierto personaje secundario excesivo y quizás asquerosillo, mi meta era excitar vía el olfato. O perturbar. Yo quería una novela seminal y quise optar por algo que no se había trabajado tanto, pues es complicado escribir de sexo y no tropezar con clichés como "miembro". No había lugar acá para usar metáforas. "Sudor" opta por una animalidad masculina que muchos hombres comparten: la idea que un hombre huela a un hombre y no como una mujer. Y menos a Axe. Es raro hablar de esto en un diario o incluso en privado, pero me parece genial. Algunos de esos aromas me parecen embriagadores. Hay mucho tacto, mucha piel, pelos. Y una ola de calor que invade la ciudad. La opción o la invitación estética es a no tenerles miedo a los fluidos, a oler, a que no todo sea Axe o higiene.
-O hacer soft porno, porque roza lo kitsch y hasta lo camp. Una expectativa mía con la novela es hacerles lobby al sudor y a la palabra. El sexo sobre estilizado y limpio me parece publicitario. Ese rico aroma que florece en lugares boscosos y escondidos, personalmente me encanta. Nada más fascinante y erótico que oler a un hueón por primera vez. Es sobregiro y exceso. Pensé en cómo escribían los cubanos gay. Eso fue una inspiración. "Sudor" es un estado de ánimo febril también. Es locura, fiesta, neura, histeria, stress. Es no bajarse del carro, es el exitismo, es no apagar la tele, estar adicto a las redes. Todo eso te hace sudar. Se puede sudar y gozarlo y sudar por cosas no resueltas.
-No es necesariamente el segmento gay, sino aquellos que se creen que están ultra conectados y al día, pero están ultra solos. Sudan ansiedad, sudan terror, sudan una tremenda necesidad de cariño y de ser parte y de ser aceptados. Eso es el fondo. Sudor es una linda palabra y muchos intentan evitarla. Yo asocio sudor a fiesta.
-Se podría decir que "No ficción" fue un quiebre y un comienzo en tu forma de hacer literatura. Ahora "Sudor" es mucho más directo y explícito. ¿Eres más libre?
-No, porque el quiebre fue "Mala onda" o quizás "Por favor, rebobinar". Otro quiebre claro y uno tremendo fue dirigir una película y transformase en bisexual. Digo: en director y en escritor. "No Ficción" y "Sudor" se escribieron al mismo tiempo y por un momento pensé sacarlos juntos, como ahora saldrán en España y en Argentina. Son hermanos y uno es acerca de mucha intimidad y poca carne; y "Sudor" es mucho sexo y poca intimidad. Como dices, quizás abordé el tema más abiertamente, pero para nada por primera vez. No es que yo, en mi vida privada, me estaba guardando o que mis libros antes fueron tímidos. No lo veo así. "Mala onda" causó ruido, "Tinta roja" también. "Por favor, rebobinar" fue mi "Sudor" noventero y pasó poco. Aprovecho de recomendarlo. La "trilogía del deseo masculino" resultó y por eso si bien me parece mal que me fotografíen besándome sin permiso, tampoco me destroza, porque es lo que uno hace con su pololo. Yo quise hacer las cosas a mi manera y creo que resultó. Siento que siempre he escrito este tipo de literatura y que se siente algo libre, terso y masculino en mi prosa. "Sudor" es acerca del mundo gay y del sudor y deber ser explícito. Pide este lenguaje. Sudor bebe de mi pasado, de mis experiencias, de mi libertad. Soy libre qué rato. Ahora más bien siento que debo ser más pudoroso y piola con lo que viene. Cada historia tiene que tener el lenguaje que se merece. De verdad mi sexualidad no es tan importante; no ando tirando todo el día, pero sin duda influye en mis escritos y mis deseos y mi mirada y cómo enfoco. Y eso está en todos mis libros. Menos explícito quizás. No porque antes decían que yo era ultra gay o se me quemaba el arroz tenía que escribir como ellos querían que escribiera. Yo nunca he escrito para el grupillo de machitos que van a congresos buscando ligar o ser traducidos. Yo sentía que el componente gay estaba lo suficiente en mis libros. Lo que me importa es el ADN; la mirada, la esquina desde dónde se escribe. Quizás no era una vereda intensamente queer, pero sin duda era la de un outsider, la de alguien que se siente que está afuera y no pertenece. "Invierno" es ultra gay; "Por favor, rebobinar" también. A mí me interesa abordar la intimidad masculina de manera abierta. Me alegra que te parezca un libro directo y explícito. Y ojalá duro, ¿no?
-En un minuto Rafael Carvajal le pregunta a Alf: "¿Tienes hijos?, provocan más daño y dolor que placer". Tú, ¿tendrías hijos?
-No tengo hijos y no te voy a responder si quiero o no, porque me parece que es demasiado personal, pero sí, la pregunta es válida. Los hijos pueden provocar grandes satisfacciones y es un lazo intenso; pero qué pasa cuando no resulta. ¿Cuándo ese lazo se transforma en un látigo? Los temas filiales por ambos lados me han intrigado toda la vida.
-Y te hago otra pregunta del libro. ¿Hasta qué edad uno es "mino"? La edad es un tema en "Sudor".
-Yo creo que la idea de mino puede acercarse a los 50 y puede seguir, sin duda. Existe el concepto de daddy o maduros y silver foxes. Clooney en Grindr (red social gay) mataría, lo mismo que en una fiesta HotSpot. La vida de un gay resuelto y libre de setenta puede ser en extremo entretenida y sexualmente activa sin tener que recurrir a dinero u operaciones. Los hombres tienden a ser más abiertos con el tema de la edad, o eso me gustaría creer. Mino es una forma de enfrentarse el mundo y a sí mismo.
-No te voy a responder, pero no me va tan mal. No me siento para nada de salida o a punto de jubilar. Y una cosa curiosa: escribiendo o filmando uno no tiene edad o se siente como quiere; también sucede ahora que ando empezando a explorar a fotografía fija. Es ultra erótico escribir horny. Lo recomiendo.
-"Sudor",¿es porno?
-Totalmente, y por varias razones. Sexualmente, pero también en la inspiración: fijarse en detalles, ver lo que no siempre se puede ver, fisognear, quedarse pegado en escenas. "Sudor" es mi remix de Puig y Bukowski y de muchos más, y es mi deseo de lubricar a mi manera la prosa latinoamericana.
Fragmento
Sucede. Ocurre. De pronto uno conoce a un escritor y su obra adquiere fuerza, relevancia. También pasa lo contrario, por cierto: uno tiene la posibilidad de acceder al autor y a su hijo y la obra se te cae al suelo.
A veces uno vive una de esas historias que vale la pena contar. Esas que tienen algo de poco probable, de inverosímil, y eso justamente es lo que hace de ellas una historia. Como enredarse con el hijo de un escritor importante.
Como conectar con la obra secreta y la vibra del primogénito.
Como acostarse con él.
Como que te culió un Restrepo y te dejó mal.
Mal pero bien.
Rico. Prostáticamente exquisito.
¿Cómo puedo narrar sin participar del todo?
¿Cómo puedo ser, digamos, pasivo y a la vez activo?
O quizás lo adecuado -lo natural- es ser versátil. Moderno.
Y piola, claro.
Pueden llamarme Alf.
No es un mal comienzo aunque ya lo sé: la referencia libresca es algo burda y más meta y de escritor-de-taller de lo necesario. Si bien el narrador del libro que deseo escribir seré yo, no deseo -ni debo- ser el personaje principal. Igual creo que cabe armar algo con mi back story (unas páginas, un dossier, un making of) y de seguro en el libro irán saliendo de a poco, de rebote, sin querer, cosas acerca de mí.
¿O no?
No sé.
Todos me dicen Alf desde chico.
El hijito de su papá.
El hijo pródigo, el hijo díscolo, el ángel caído.
Un libro acerca de escritores y de la manía de escribir contado a través de dos personas que no escriben pero sí leen.
Que se leyeron de una.
Eran los últimos días de la administración Piñera. La Nueva Mayoría estaba por retornar al poder con Bachelet, decidida a ser no la mamá de todos sino la madre coraje que ella vio en un montaje al aire libre en Alemania del Este. No al lucro, sí a la meritocracia, educación gratuita para todos, fin de los privilegios para la clase alta. Chile para todos, no sólo para algunos. Todos: no el todo-el-mundo de toda-la-vida sino todos. Todos (sí, todos, ese nosotros excluyente e incluyente que todos los que son parte de ese puto todo saben conjugar a la perfección) estaban aterrados, ruidosos, exhibicionistas y como aprovechando los últimos días de una época dorada que de seguir iba a estallar. Había hastío y algo andaba mal pero el diagnóstico estaba errado. Algo iba a suceder, tenía que suceder, esto no seguiría igual, los días de alguna manera estaban contados.
Lo que era cierto.
Muchos (el mundillo ligado al arte, a la prensa, a lo audiovisual, los seguidores y los cazadores de tendencias, la supuesta intelectualidad, la gente conectada) juraban que eran parte de una fiesta edénica digital all-inclusive. Adictos a Twitter e Instagram, amarrados a Facebook, clavados en sus celulares y con la sensación de un insólito empoderamiento digital (todos fisgoneaban a todos, todos seguían a todos) que los hacía hablar más de la cuenta, no quedarse en casa tranquilos, escuchar muy poco a los demás y jurar que eran parte del jardín de al lado y de la fiesta interminable. Había más críticos gastronómicos que literarios y todos se creían famosos y acosados.
Estábamos sobregirados, coludidos, ansiosos.
Había que caer.
Algo debía ceder.
"Sudor"
Alberto Fuguet
Random House 608 páginas
$18.000
Por Magdalena García C.
-No podía ser pudoroso.
-¿A quién más retratas?
-¿Eres mino?
"Una expectativa mía con la novela es hacerles lobby al sudor y a la palabra. El sexo sobre estilizado y limpio me parece publicitario".
Lorena Palavecino/PHR
"Yo nunca he escrito para el grupillo de machitos que van a congresos buscando ligar o ser traducidos".